Diario de León

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Hay Tráfico de Arte en el Musac

El museo inaugura hoy una exposición sobre la galería que introdujo a León en el arte contemporáneo y tres individuales de las artistas de Castilla y León Paloma Navares, Ana Frechilla y Ana Prada Una de las temporadas visualmente más impactantes de la historia del Musac.

León

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Si el consejero de Cultura, Javier Ortega, cumple su plan de sacar a concurso la plaza de director del Musac —una forma elegante de despedir al actual—, Manuel Olveira ser irá brindando al público una de las temporadas más sorprendentes de la historia del museo. Cuatro exposiciones que seducen visualmente incluso a quien no quiera adentrarse en el discurso de los artistas.

Tráfico de Arte

Como sucede a menudo con la ficción, la belleza, en este caso, estaba a la vuelta de la esquina. Todo es ‘made in’ Castilla y León, empezando por la muestra dedicada a Tráfico de Arte, la galería que en 1990 metió a la ciudad de lleno en el arte contemporáneo. En aquella pequeña galería —hoy pintada en el suelo del Musac— el visionario Carlos de la Varga conmocionó a una provincia que no creía posible salir en los telediarios por un concierto de ovejas.

El Musac ha reproducido una de las paredes de la galería, de la que ‘cuelga’ la obra de la artista Dorothée Selz. La original se podía comer. Tras la pared están representados los fondos artísticas de aquella ‘tienda de arte’ ubicada en la calle Serranos.

La entrada

Es gratuita el fin de semana, pero hay que inscribirse en la web del Musac previamente

No ha sido fácil rescatar los 17 años que duró la aventura de De la Varga, quien no preservó ningún archivo. Comisariada por el artista leonés Jesús Palmero, Tráfico de Arte. Galería, ciudad y periferia reúne más de un centenar de obras de 66 artistas —vídeos, fotografías, pinturas, esculturas e instalaciones—; entre ellos, el siempre original Isidoro Valcárcel Medina.

El título de la exposición alude a los ámbitos en los que se movió Tráfico de Arte: la galería, la ciudad y la periferia —a través del land art y el apeadero de Bercianos del Real Camino—.

Detalle de la exposición que recrea, hasta físicamente, la galería Tráfico de Arte, activa en León entre 1990 y 2007. FERNANDO OTERO

Vídeos de televisión y recortes de prensa forman parte de la documentación que ha permitido reconstruir la trayectoria de aquella galería pionera. Una trayectoria en la que también ocupa un lugar destacable la vinculación de De la Varga con el profesor y crítico de arte Javier Hernando, impulsor de El hall transformado en la Facultad de Filosofía y Letras.

Junto a esta nostálgica mirada al promotor del ‘museo sin paredes’, el Musac quiere visibilizar, a través de tres artistas de tres épocas diferentes —Paloma Navares (Burgos, 1947), Ana Prada (Zamora, 1965) y Ana Frechilla (Palencia, 1983)—, la producción artística que se ha fraguado en esta Comunidad en los últimos años.

El vuelo de Navares

La sala 3 del Musac acoge una retrospectiva de la artista burgalesa, en coproducción con el Ayuntamiento de Zaragoza, donde se exhibió hace unas semanas. El vuelo , que recorre la obra de Paloma Navares entre 1978 y 2018, aunque sin orden cronológico, gira en torno a dos grandes temas: el cuerpo y cómo ha sido codificado a lo largo de la historia del arte. Navares se apropia de esas formas canónicas de representar el cuerpo, sobre todo en el Renacimiento, pero con una mirada crítica. La muerte está también presente, a pesar de que en algunas obras sea con un toque de humor, como la que representa a una mujer con rulos que pretende conseguir el mismo peinado que la Venus de Botticelli.

En otra obra, los cuerpos femeninos están colocados en una estantería, a disposición del consumo, generalmente masculino. Son cuerpos fragmentados, en los que la cabeza es la gran ausente, porque representa la razón y la identidad, sin las cuales, el resto de la anatomía se convierte en un producto. Navares es una pionera en la España de los 80, una de las pocas artistas femeninas con una producción crítica sobre el género; además de ser una de las primeras en utilizar las nuevas tecnologías. La luz es la gran protagonista de estas obras, que también reflejan cómo la sociedad y la historia sitúan a las mujeres en un precipicio donde resulta casi imposible asirse.

El juego de Ana Prada

Todo es otro en Ana Prada o nada es lo que parece. Con exquisita elegancia la escultora zamorana convierte objetos sencillos y cotidianos, como cuchillos o papel higiénico, en complejas estructuras en las que potencia el diseño primigenio que hay en los propios objetos, pero los eleva a un plano que le sirve para reflexionar sobre la eterna discusión de materia, volumen o espacio, que están en el concepto mismo del arte. Cada pieza contiene el discurso de cómo el objeto cotidiano puede llegar a ser sujeto escultórico. Admite Prada que, de alguna manera, sus obras parten del concepto del ready-made , el objeto encontrado que, a pesar de seguir siendo reconocible, se convierte en ‘otro’, con el que establece cierta complicidad con el espectador. Un buen ejemplo es la obra El elixir de la eterna juventud, con apariencia de tótem y ‘esculpido’ con decenas de cajas de cremas de belleza.

La exposición, coproducida por el Musac y el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía, pretende jugar con la incertidumbre del espectador que contempla estas obras. De ahí el título Todo es otro. «Es mi determinación y deseo servirme de esta inestabilidad de los signos para atraer al otro, controlar su mirada, provocar su curiosidad y, en última instancia, transformarlo en un voyeur ».

La ‘espía’ Ana Frechilla

La artista palentina se embarcó en la difícil misión de investigar una fábrica de material bélico ubicada bajo tierra en un paraje semidesértico del Páramo de Masa (Burgos). Ana Frechilla recurre a la fotografía para desenmascarar cómo esta industria semisecreta incide en el entorno natural y humano. Un extenso territorio de 2.500 hectáreas para indagar. Frechilla lleva años abordando en su obra el impacto de la industria armamentística en Castilla y León. Su propuesta —tras el proyecto que inició con Niebla en 2017—, regresa al Laboratorio 987, esta vez bajo la denominación Intervalo lúcido. Consciencias del espacio.

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