Diario de León

Poesía desde el Crucero

Los versos que curan de Antonio García Calvo

‘Padres’ y ‘Tauromaquia’ son las dos últimas obras del popular escritor y farmacéutico del barrio del Crucero

Antonio García Calvo, ayer, en la farmacia que fue su vida, ante sus dos últimas publicaciones lanzadas en tiempos de pandemia. FERNANDO OTER0

Antonio García Calvo, ayer, en la farmacia que fue su vida, ante sus dos últimas publicaciones lanzadas en tiempos de pandemia. FERNANDO OTER0

León

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Si lo extremos se tocaran, en Antonio García Calvo estaría todo. La carne y el espíritu, la física y la química. El sexo con amor y sin él. Y en él, un Umbral de La Bañeza que transmite lo cotidiano en formato lírico. Y le salen versos, en libros y libres. Pero este poeta del barrio del Crucero (quién pillara su altruista magisterio de boticario) llegó a la conclusión de que había que ser además de estar. Su padre esperaba un médico de pro, y él se hubiera conformado con ser un torero. Ahora, desde que se jubiló, a los 65 muy bien llevados, tiene dos impecables libros en los que propone amor a los padres y a la estética. Y una queja, aunque sea desde lo afortunado: «Yo soy una víctima de toda esta pandemia. Como poeta, por culpa de todo esto, soy un maldito. Porque he sacado dos libros y no he podido presentar ninguno», dice. Padres , del que asegura que es la naturaleza en estado puro, y Tauromaquia , sobre el que añade que sería lo mismo pero desde lo espiritual.

«Además, todo esto que hay que hacer ahora no me va. Lo mejor que he hecho en mi vida es jubilarme en el 2019, porque no sería feliz al trabajar en la farmacia y no poder dar la mano, abrazar, tocar. Además, se me empañan las gafas», relata. Y tiene un tono que también resulta lírico y exultante como si llevara siempre activado el don de gentes que seguro que ha sido una de sus máximas en su trabajo como farmacéutico.

Estos dos libros son un ejercicio literario que mezcla la autobiografía con la poesía, y son el décimo y undécimo en esta peculiar trayectoria de escritor. «Tengo otros diez libros pendientes», asegura acerca de su prolífica creación.

Vocación
«Yo soy poeta porque nací para ser torero. Esa faceta artística tenía que reventar por algún lado»

«Más que escribir, me gusta leer poesía. Incluso disfruto más leyendo mis libros que cuando los escribí», cuenta desde un curioso despacho que tiene en la farmacia, La Farmacia del Poeta ya por siempre en el Crucero. En ese sitio ha vendido seguro que mucho, pero ha atendido a sus clientes en una especie de consulta sin cobrar en la que se ha convertido en un sanador del cuerpo y el espíritu con la ciencia y la empatía como principales armas.

Si a bote pronto, García Calvo es un hombre sorpresa, nada más indagar en él, este factor crece solo: «Yo soy poeta porque nací para ser torero. Esa faceta artística tenía que reventar por algún lado. Pude haber sido terrorista o paracaidista, pero acabé siendo poeta para sacar todo eso que llevaba dentro», dice. Y cuenta como uno de los momentos definitivos de esa llegada al mundo literario cuando publicó Historias de amor y sexo . «Ese fue mi libro más valiente», añade.

Ahora, en Padres quiere hacer un homenaje general. «A cualquier hijo, si es como tiene que ser, le gustará este libro», asevera. Y respecto a Tauromaquia añade un valor como es el de situarle totalmente a contracorriente. «Ese libro tiene dos valores especiales. Mi pasión por los toros y que se trata de una publicación que sale cuando ya está muerta la tradición», relata.

Pero da igual, si se tiene en cuenta que Antonio García Calvo no dedica sus energías a gustar porque sí. Sino a practicar un humanismo que se vive día a día. Que continuará en sus hijas Cristina, Carmen y Rocío. Y que vino todo de Toribio y Purificación, sus padres.

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