Diario de León

Víctor Crémer: «Las instituciones no valoraron la obra de mi abuelo»

La Fundación Carriegos mostrará en otoño los nuevos fondos cedidos por la hija del poeta: más de 600 volúmenes, cuadros y una edición de «La Galatea» de 1611

Víctor Ordás Crémer, Santos Llamas y Álvaro de la Puente, presidente y gerente de la Fundación Carri

Víctor Ordás Crémer, Santos Llamas y Álvaro de la Puente, presidente y gerente de la Fundación Carri

León

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Rosa María, hija del poeta Victoriano Crémer, ha cedido por tiempo indeterminado al Aula Literaria que lleva el nombre de su padre y ubicada en La Casona de los Pérez, más de 600 libros, primeras ediciones, manuscritos, cuadros, premios y objetos personales del autor del Libro de Caín.

La entrega de este legado sentimental e íntimo tuvo lugar ayer de forma oficial en un acto en el que Rosa María no quiso estar presente por miedo a emocionarse y para no sentirse «huerfanita». Fue su hijo y nieto del autor del Libro de Caín, Víctor Ordás Crémer, quien depositó en la Fundación Carriegos la valiosa herencia acumulada por su abuelo en sus 103 años de vida. El Aula Crémer cerrará para inventariar el nuevo material y reabrirá con una exposición en otoño, donde se mostrarán cientos de documentos personales, manuscritos, correspondencia con otros escritores españoles y en el exilio, cuadros de Vela Zanetti, Álvaro Delgado o Lapayese, premios, diplomas y objetos acumulados a lo largo de un siglo.

Entre las piezas más singulares, sin duda destacan dos libros de Cervantes, una edición de 1611 de La Galatea; y otra, de 1783, de las Novelas ejemplares. También hay una edición de 1844 de La divina comedia, de Dante. Igualmente resulta interesante la relación epistolar que Crémer mantuvo con escritores como Rafael Alberti, Luis Cernuda y Pedro Salinas.

Santos Llamas, presidente de la Fundación Carriegos, quien recordó su amistad con el poeta y agradeció a su hija la cesión de este importante legado, se comprometió a hacer todos los esfuerzos posibles por seguir ensalzando la figura de Victoriano Crémer, con quien todos los leoneses estamos en deuda.

El nieto del poeta aclaró que la Fundación Carriegos ha sido la destinataria de la colección debido a que «otras instituciones no fueron tan sensibles y no valoraron» la obra de Crémer, premio Nacional de Poesía.

En su opinión, la obra del autor de Nuevos cantos de vida y esperanza tampoco recibió en vida el reconocimiento que se merecía, «pero ni la suya, ni la ningún otro escritor en España».

Ordás Crémer añadió que su abuelo fue un escritor que perteneció a una generación «etiquetada de literatura social, pero que tocó todos los palos y el social por añadidura». Era, en definitiva, «un poeta en el sentido amplio».

Una coincidencia. Justo hace dos años, el 18 de abril del 2008, Victoriano Crémer sorprendía con un monográfico que, bajo el título El fulgor de la memoria. Retazos de una vida, presentaba de forma inesperada en su Aula Literaria que lleva su nombre. Una publicación que mostraba facetas inéditas del poeta, así como fotografías antiguas y poemas manuscritos del autor.

La Fundación Carriegos aprovechó parte del material depositado en el Aula Crémer para reproducirlo y mostrarlo en El fulgor de la memoria. Fue un libro premonitorio, en el que, a modo de despedida, Crémer aportaba un Testamento inútil, que servía de contraportada al monográfico y donde el poeta hacía un repaso de su vida y de lo que legaba a sus hijos «un hombre que no tiene nada»...

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