La vuelta al mundo tras el drama del refugiado

Lidia es una mujer optimista y enérgica que lleva décadas empeñada en un afán: el de ayudar a los jóvenes del barrio alto de la Florida —en el municipio colombiano de Soacha— a salir de la espiral de drogas y violencia que absorbe y consume este inmenso arrabal poblado por 390.000 habitantes de los que 43.000 son desplazados, personas que han abandonado sus comarcas huyendo del narco, la guerrilla o la pobreza. La de Lidia es una de las diversas historias que nutren el primer capítulo de Bajo el mismo cielo , la ambiciosa serie documental que está dirigiendo para la pequeña pantalla el realizador leonés Tomás Martínez Antolín: un recorrido por todo el mundo a través de los grandes desplazamientos forzosos de seres humanos.

«El drama de los refugiados y desplazados es enorme pero, paradójicamente, resulta poco conocido. La información que suelen ofrecer los grandes medios de comunicación es muy superficial y raramente inciden en el hecho de que más de 47 millones de personas lo han perdido absolutamente todo», explicaba ayer a este periódico el autor de otros títulos de temática social como La rosa del desierto (en torno a la vida en los campamentos saharauis) o En un segundo (sobre las secuelas de los accidentes de tráfico). Martínez Antolín acaba de llegar de Colombia, de la municipalidad de Soacha, conurbada con Bogotá, con muchas imágenes e historias a la espalda. La de Lidia es sólo una de ellas pero quizá sea la más escalofriante: «Además de montar una fundación para conseguir financiación para su causa —amplió el realizador leonés—, Lidia también trabaja en la cárcel con presos de las FARC, procurando su arrepentimiento e inserción social. En cierta ocasión, uno le preguntó si estaba casada y ella le respondió que no, que era viuda, pues su marido había sido, precisamente, asesinado por la guerrilla. Él se interesó por su nombre y cuando se lo dijo, quedó petrificado. Al final le reconoció que él había sido uno de los tres hombres que participaron en la muerte de su marido... y acabó pidiéndole perdón».

«En este lugar, donde viven hacinadas tantas personas en condiciones insalubres, nos hemos encontrado a personas como ésta, que desempeñan una labor humanitaria increíble en medio de las más duras condiciones», reflexionó Tomás Martínez, quien tiene previsto viajar a Turquía en agosto para grabar el éxodo de los miles de sirios que escapan de la guerra en su país. Ese será el segundo capítulo de un proyecto sobre el que ya han mostrado interés varias cadenas de televisión y para cuya compleja elaboración está solicitando el realizador el patrocinio de empresas —ya cuenta, por ejemplo, con el apoyo de la leonesa Drasanvi—. Después, el plan es recorrer campos del Sáhara, el África negra o la India.

Tomás Martínez ha grabado los problemas del barrio de aluvión colombiano aludido, «en el que se registraron 220 homicidios en 2013» y donde conoció el testimonio de un joven «que a sus 17 años ya había cometido once asesinatos». El responsable de Armonía Films no olvidó otro grave dilema local, el reasentamiento de indígenas de la etnia Embera Chami —huyen de las guerrillas y contras, y el Gobierno les realoja muy lejos de su hábitat—, con los que convivió. «Creo que son problemas importantes para entender el mundo en el que vivimos, y ahora un leonés quiere contar, pero desde dentro, la realidad de algunos de los campos de refugiados o desplazados más conflictivos del mundo», concluyó.