Diario de León

Cine

Vuelve ‘Arrebato’: amor y locura

Que vuelva ‘Arrebato’ es algo así como si volviera el punk pero en cine. De matriz leonesa gracias a la producción del arquitecto Nicolás Astiárraga, y a su hermano Carlos Astiárraga que fue junto a Iván Zulueta alma del proyecto, aparece ahora como nueva copia envuelta en las tecnologías actuales.

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Arrebato fue una historia de amigos que se convirtió en un título fundamental en el cine español y con un claro origen en León. Maldita o discutida, pero ante todo fuera de todo tipo de tópicos. Nicolás Astiárraga, arquitecto leonés, fue el artífice, quien puso el dinero para que entre su hermano Carlos Astiárraga e Iván Zulueta pusieran en pie una película que caminaba por el lado salvaje de la vida, el amor, la droga, la locura, todo eso que cantó Lou Reed. «En realidad yo no hice nada. Ellos (Carlos e Iván) hicieron la película. Lo pasamos bien. Fuimos felices», recuerda Nicolás Astiárraga, aunque también rememora lo que vino después en forma de tristeza con la muerte de Zulueta, un creador destacado en el mundo audiovisual pero siempre con un pie fuera del sistema. El título, que ha sobrevivido hasta a su propio argumento (hubo hasta un bar mítico en la calle Fomento de Madrid, cita clave para el rock de los 80), vuelve a estar de actualidad con la recuperación mejorada de una copia adaptada a los tiempos que corren.

Resurrección

Una distribuidora americana la estrenó este otoño en cines de EE UU con críticas excelentes

«Cada uno entiende el arrebato de una manera; en esta película es esa pasión desmesurada por el cine que tiene uno de sus protagonistas, y que se asemeja a ese arrebato, a ese éxtasis que proporciona la droga», una fascinación que roza la locura y que plasmó como nadie el director «maldito» Iván Zulueta.

Cecilia Roth, actriz protagonista del filme. A. MARÍN

Así lo explica Miguel López, experto en cine y director de marketing de Flixolé, la plataforma especializada en cine español que estrenará en exclusiva mañana una nueva versión de Arrebato (1979), la icónica película de Zulueta, a partir de una copia restaurada en 4k. En este caso, Nicolás Astiárraga no participa puesto que se deshizo hace años de los derechos. «Me vine a vivir a León y pensé que sin tener ya que ver con el cine no era necesario que siguiera ahí. Estoy satisfecho con lo que están haciendo quienes llevan la película, así como todo el trabajo en este sentido de la Filmoteca», afirma.

Cine, sexo y droga

En Arrebato , señala López, «hay una analogía bastante clara entre cine y heroína, y digamos que, tan arrebatado se siente Pedro (Will More) y con tanta fascinación, que, poco a poco, de una forma vampírica, el cine le va chupando la sangre, la vitalidad, simbolizada en ese fotograma rojo que, al final, lo llega a consumir».

Y es también el final al que se ve abocado el personaje de Eusebio Poncela. El actor madrileño da vida a Jose Sirgado, un director de cine en crisis que no consigue deshacerse de su exnovia (Cecilia Roth), que vuelve a su vida en el peor momento y acompañada de su peor enemigo: la heroína.

Un día recibe noticias de un antiguo conocido, Pedro (Will More), un chaval muy raro que parece tener siempre frío y que dedica su vida a grabar todo en Súper 8.

Creación libre

La película iba a ser un corto aunque luego su metraje llegó a alcanzar las tres horas de duración

Su obsesión por controlar el ritmo de sus películas hace que entre en una especie de éxtasis después de grabarse a sí mismo en una habitación cerrada y descubrir un fotograma rojo, con el que se obsesiona hasta el punto de que prefiere morir si no logra alcanzar ‘el arrebato’ del cine.

Eusebio Poncela, en León en 2018. MARCIANO PÉREZ

Arrebato , que iba a ser un cortometraje, fue una cinta adelantada, precursora casi, del cine que llegaba, con la Movida madrileña a punto de explotar. Incluso apareció inicialmente con un metraje que asustaba: tres horas. En ella se mezclan el metacine, el terror, lo fantástico y lo vampírico; el sexo y las drogas -pero no cualquier droga-, y aborda las dificultades de la creación underground (también conocida como rodar sin un duro cuando aún había pesetas).

Su huella artística, sea discutible o no, aparece ahora al servicio de las nuevas generaciones cinéfilas. Si es que las hay.

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