Diario de León

Vuelve a Lancia la columna romana ‘olvidada’ en el patio del ILC

Formaba parte del mercado romano y se trasladó a León hace 35 años

Secuencia del traslado de la columna romana desde el patio del Instituto Leonés de Cultura (ILC) hasta su ubicación original en el yacimiento de Lancia. FERNANDO OTERO

Secuencia del traslado de la columna romana desde el patio del Instituto Leonés de Cultura (ILC) hasta su ubicación original en el yacimiento de Lancia. FERNANDO OTERO

León

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Ha sido un largo viaje de ida y vuelta. Durante 35 años una columna desenterrada en la ciudad astur-romana de Lancia ha estado ‘plantada’ en el patio del Instituto Leonés de Cultura (ILC). Ahora ha regresado al yacimiento, tras una aparatosa ‘mudanza’.

La columna, de 2.000 años de antigüedad, sostenía la galería porticada del mercado romano. La descubrió el arqueólogo alicantino Francisco Jordá Cerdá en los años cincuenta junto a dos basas, que están en paradero desconocido. El fuste permaneció en la excavación hasta 1986, cuando fue evacuado a León por motivos de seguridad. La columna, de unos 45 centímetros de diámetro, mide aproximadamente 1,54 metros, la mitad de la altura original, según estimaciones del arqueólogo del ILC, Jesús Celis. Su recolocación «puede ayudar a comprender cómo era el mercado», asegura.

Ha sido una operación «emocionante», en palabras del diputado de Cultura, Pablo López Presa, que explica que la columna ha sido asentada con un doble anclaje químico y mecánico, para garantizar su estabilidad. Con un peso estimado de 800 kilos, ha sido preciso utilizar una gran grúa para su traslado.

El descubridor

En 1957 Jordá llevó a cabo una campaña de excavaciones que se prolongaría hasta 1960. Con más penalidades que ayudas, sacaba a la luz unas termas romanas y los cimientos de algunas construcciones, amén de una gran cantidad de bronces, hornos de plomo, estatuillas... Finalizada la campaña en 1960, Lancia era abandonada a su suerte y los objetos extraídos quedaron desperdigados por colecciones particulares e instituciones. Entre ellas, la propia Diputación, que almacenó los restos en cajones que depositó en San Cayetano, hasta que desaparecieron misteriosamente, a excepción de los que pudo rescatar el Museo Arqueológico Provincial, que llegó a exhibir en San Marcos alrededor de 150 piezas.

El yacimiento, que está sufriendo la mayor transformación de su historia, con la adquisición de varias parcelas —la Diputación compró este año diez hectáreas a propietarios particulares—, así como la limpieza y restauración de los restos que son visitables y las actuales excavaciones para sacar a la luz el foro romano, ha sido objeto de un continuado expolio.

Miles de piezas han sido extraídas de este enclave en Villasabariego, desde monedas a molduras de mármol, ladrillos con la marca del alfarero, fíbulas, ánforas, mosaicos y restos vinculados a la época prerromana y piezas celtibéricas.

El antiguo Iryda (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario) trazó caminos sobre Lancia sin tener en cuenta los tesoros del subsuelo y dejó las cunetas sembradas de cientos de restos arqueológicos. La Dirección General de Bellas Artes, la Diputación y otras administraciones se lavaron entonces las manos.

Y los excavadores furtivos y los buscadores de tesoros expoliaron ‘a la carta’ el que pudo haber sido uno de los mayores yacimientos arqueológicos del país. Las administraciones siempre acusaron a los agricultores de dañar la zona con los tractores y de esquilmar las piezas localizadas en sus fincas, reutilizadas para los usos más inverosímiles, como abrevadero de animales.

El gran expolio

En 1941, el político y escritor Mariano Domínguez Berrueta denunciaba en un artículo publicado en este periódico el abandono del yacimiento de Villasabariego, esporádicamente excavado en tiempos de Isabel II y después abandonado a su suerte. Contaba Berrueta que un vecino le había regalado una fíbula, «uno de tantos objetos que aparecen en Lancia tras un día de lluvia».

Denunciaba el escritor hace siete décadas cómo las piezas extraídas de Lancia y desperdigadas bastaban para formar un verdadero museo. Y recordaba que el estudioso leonés Elías Gago había entregado a la Comisión de Monumentos una espectacular colección de joyas descubiertas en la antigua ciudad astur, desde colgantes a estatuas, monedas, cerámicas ornamentadas, utensilios, herramientas de piedra y metal... En 1972 la Diputación adquiría la hectárea que poseía hasta que hace unos meses se amplió con las fincas aledañas.

Esta es la primera vez que retorna a Lancia una pieza que nunca debió salir de él; aunque es posible que en el despacho del ILC haya estado más segura que en su emplazamiento original.

La gran transformación del yacimiento llegará en los próximos meses, cuando aflore el foro y se ‘reconstruya’ el paisaje que tuvieron estos terrenos en la época de los astures. En este nuevo paisajismo se erigirá el futuro Centro Arqueológico, fragmentado en tres edificios sostenibles, diseñados por el estudio madrileño Gon Architects, ganador del concurso público convocado por el ILC, con el proyecto ‘Piedra y Tierra’, que pretende reintroducir en el yacimiento la flora e, incluso la fauna, que tuvo hace dos milenios.

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