Diario de León

LA CONSERVACiÓN DEL PATRIMONIO

El yacimiento que desafía a la crisis

La campaña para desentrañar y divulgar los secretos de la Peña del Castro es la más ambiciosa del momento

Vista de la Peña del Castro, imponente fortaleza natural que escondía un campamento fortificado cuyos inicios hay que buscarlos en la Edad del Hierro

Vista de la Peña del Castro, imponente fortaleza natural que escondía un campamento fortificado cuyos inicios hay que buscarlos en la Edad del Hierro

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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Con la cantidad, calidad e intensidad de las excavaciones arqueológicas completamente diezmadas en España a causa de la crisis —en León se encuentran también prácticamente paralizadas—, los trabajos que en estos momentos bullen en la Peña del Castro convierten en una feliz rareza a este importante yacimiento ubicado cerca de La Ercina. Para la actual campaña, la segunda, han sido destinados nada menos que 60.000 euros —son 20.000 más que el año anterior— encaminados a sufragar dos líneas de actuación que se extenderán hasta el 21 de septiembre: la excavación propiamente dicha y el amplio ciclo de charlas y recreaciones Dialogando con el pasado .

El arqueólogo Víctor Bejega, director de la campaña junto con Eduardo González y Fernando Muñoz, sintetiza para el Diario los principales rasgos de este bastión que se alza formidable en las primeras estribaciones de la Montaña Oriental leonesa: «La Peña del Castro esconde eso mismo, un castro; es decir, un poblado amurallado. Creemos que su cronología abarcaría desde principios de la Edad del Hierro hasta los inicios del siglo I d.C., por lo que tiene una amplísima ocupación que podría haber terminado con la llegada de Roma».

«Lo que iniciamos ahora es la segunda campaña de excavación arqueológica, que intentará responder a muchos interrogantes planteados durante la primera —amplió—. En cuanto a los descubrimientos, contamos principalmente con una buena selección de estructuras, entre las que destaca una gran muralla de piedra, un conjunto de casas y una gran estructura que, por sus dimensiones, podría tratarse de la cabaña comunal del poblado. Pero es que, además, son muy numerosas las huellas de vida cotidiana de las personas que habitaban aquí: hemos hallado molinos de piedra circulares y de mano, cerámica, herramientas y restos de fauna, principalmente vinculados a sus actividades ganaderas».

La empresa encargada de proceder con estos trabajos es la leonesa Talactor y en cuanto al presupuesto, tan importante —e inusual, hablando de prospecciones arqueológicas—, informa Bejega de que la financiación procede de la asociación de desarrollo Adsacier «que, mediante el proyecto presentado por el Ayuntamiento de La Ercina, aporta un total de 60.000 euros», y añade que en esta ocasión se cuenta «con un equipo formado por cuatro arqueólogos, un restaurador, mano de obra y voluntarios, junto con un conjunto de asesores científicos».

Más en detalle, la excavación de este verano pretende ampliar la zona intervenida el año pasado tratando de definir completamente la gran cabaña comunal, y descubrir la puerta de acceso al castro en su recinto inferior. Asimismo, espera obtener una mayor cantidad de restos que permita ampliar y clarificar el final de la ocupación del poblado y su posible relación con la presencia romana y las Guerras Astur-Cántabras. Y, finalmente, ampliar los datos referentes a los modos de vida de sus habitantes y a las condiciones del entorno en aquella época, para lo cual se realizarán análisis de restos de fauna y de polen.

Pero, ¿cómo y por qué se comenzó a trabajar en este lugar en concreto? ¿Y qué lo diferencia de otros castros importantes de la cordillera? «Es una iniciativa que surge desde el Ayuntamiento de La Ercina —aclara Bejega—, cuyos responsables mostraron una amplia voluntad de llevar a cabo un proyecto de excavación y puesta en valor del yacimiento. Se pusieron en contacto con nosotros y fruto de la colaboración surgió este interesante proyecto». Y sobre su singularidad, responde este arqueólogo lacianiego que son muchos los aspectos diferenciadores. «En primer lugar, su propia ubicación geoespacial, muy diferenciada con respecto a otros yacimientos del entorno. Está en una zona de contacto entre las culturas cántabra, astur y vaccea, lo cual le confiere un sesgo importante. Además, si bien en León han sido excavados castros en Maragatería, el Bierzo o la Montaña Occidental, hasta ahora no se había realizado ninguna intervención en la Montaña Oriental que permitiese conocer con profundidad los castros de este área».

Y ante el hecho de que se hayan inspeccionado con mucha mayor profundidad los castros de las vertientes cántabra, asturiana o palentina, Bejega recuerda que León «cuenta con una amplísima riqueza patrimonial que podría convertirse en fuente de riqueza. Sin embargo, es necesario apostar por este tipo de iniciativas, con un programa más amplio que la mera excavación o la colocación de un cartel». «De hecho, el proyecto que desarrollamos en la Peña del Castro busca aplicar la denominada Arqueología pública , consistente en combinar el trabajo estrictamente científico con la participación social, la divulgación y la dinamización del patrimonio, siendo el proyecto Arqueoercina un proyecto pionero en la provincia». Y explica Bejega en qué consiste: «No se trata de una excavación al uso, sino que contamos con la participación de voluntarios de la zona. Bajo la idea Abierto por obras , todo el que quiera puede visitarnos en la excavación o en el laboratorio y conocer de primera mano su pasado. Pero, además, hemos completado la oferta con un elaborado ciclo de conferencias que, ya desde el año pasado, reúne a grandes especialistas sobre distintas materias. Para finalizar, habrá una jornada de puertas abiertas que, además de la visita guiada al yacimiento, incluirá una recreación histórica».

Así vivían sus ‘vecinos’

Y de todas las cuestiones sobre las que informan a los visitantes, las que más suelen interesar a éstos son las relativas a la vida cotidiana: «Los habitantes de la Peña del Castro vivían en un poblado fuertemente amurallado, con varias líneas de muralla, empalizadas y fosos. Tras estas defensas se erigían numerosas casas construidas principalmente con un zócalo de piedra y paredes de entramado vegetal recubiertas de barro y techumbre vegetal, combinando formas circulares, ovales y rectangulares. A juzgar por los restos encontrados, basaban su alimentación en la agricultura, moliendo el cereal en molinos circulares y de mano, y en la ganadería, principalmente de ovicaprinos y vacuno, completado con una abundante caza de ciervo», enumera, recordando que en el lugar han aparecido «numerosos restos de herramientas agrarias como azuelas y legones. A su cerámica tradicional incorporaban vajilla meseteña pintada, y otros vestigios de su vida cotidiana son las fusayolas (contrapesos del huso) de talco y los afiladores de piedra. Por último, estas sociedades contaban con un grupo de guerreros que nos han legado restos como adornos de cinturón, hebillas, cuchillos o el regatón (parte delantera) de una lanza».

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