Este Ademar está muy lejos de pelear por Europa (32-33)

El día de la marmota (32-33). Eso parece cada partido del Abanca Ademar desde hace ya demasiado tiempo. Los leoneses se enteraron tarde de que el encuentro contra Guadalajara —que es el antepenúltimo— era ya oficial y no uno de los preparatorios del pasado mes de enero. La falta de intensidad y liderazgo de los de Cadenas provocó que los visitantes se crecieran en el segundo tiempo hasta lograr un triunfo de oro en un Palacio que hace ya mucho rato que dejó de reinar. Sería un error escudarse en las bajas, que las había sí y de importancia, lo mismo que hacerlo en el arbitraje. 

La derrota es fruto de la mala planificación de una plantilla que lleva dos años ya sin refuerzos defensivos. Es consecuencia de una preocupante falta de liderazgo cuando Juan Castro no es de la partida —el capitán sigue entre algodones— y sin duda, es el resultado de continuas idas y venidas hacia un mercado extranjero que no da tantos diamantes en bruto para pulir en un club al que cualquier tiempo pasado le parece mucho mejor.  

Un Ademar que se presentó a este reinicio liguero con ausencias como la ya mencionada de Castro, Casqueiro o Zanas Virbauskas y que se plantó en la pista con seriedad aunque castigado muy pronto por sendas exclusiones de Santista y Tiago que mantuvieron el intercambio de goles más allá del minuto 8 de encuentro, momento preciso en que Manolo Cadenas pidió tiempo muerto porque los desajustes atrás daban mucha facilidad a Guadalajara. Sólo Antonio Martínez sostenía a los suyos en un mal tramo del conjunto leonés lleno de precipitaciones y pérdidas (8-8, minuto 15).

Si el Ademar dispone de contras es letal, tuvo tres muy claras que resolvieron Antonio y Darío Sanz, pero en estático, contra una defensa no muy expeditiva, costaba encontrar al pivote o poner en práctica el tiro exterior. No andaba fino David Fernández ni tampoco Santista.

Espesos ambos equipos, la igualdad fue la tónica dominante en un primer acto más propio de un amistoso que de competición oficial. No fue hasta el 27 de choque cuando Ademar tuvo su máxima ventaja (+2) merced a Zapico, aunque eso sí, con uno menos los visitantes por exclusión. Sin grandes alardes, los ademaristas se desquitaron la presión para marcharse 18-14 al descanso. Los mejores, sin duda Antonio y Saeid bajo palos, que maquilló las goteras defensivas.

Un nefasto comienzo del Ademar tras el paso por vestuarios lo saldó Guadalajara con un +4 que reseteaba de nuevo el marcador tirando por tierra la ventaja conseguida. Otra vez a picar piedra y sí, otra vez Antonio desde el extremo como único foco seguro para iluminar el camino.

Requena, que leyó el parido a la perfección, pidió encarecidamente a los suyos subir la intensidad defensiva complicando cada ataque leonés. Puede que por la cabeza de los jugadores del Abanca Ademar se pasara la idea de que incluso al trantrán terminarían por imponerse gracias a su potencial goleador. Pero nada más lejos de la realidad. Mal partido de David Fernández para un Abanca Ademar sin timón ni seriedad defensiva. La tostada general de los ademaristas hizo que del 18-14 se pasara a un 22-23 preocupante a 19 minutos para el pitido final. 

Malas decisiones

Comenzaron entonces los nervios y las prisas. Mal Deividas en sus decisiones a la hora de lanzar y peor aún Tiago en el pivote. Qué temporada horrible hasta ahora la del portugués. Panos obtuvo el perdón oficial de Cadenas y salió por Saeid, aunque sin demasiado acierto. Guadalajara se empezó a creer que podía llevarse el triunfo de León (23-26, minuto 45) y los fantasmas se aparecieron de golpe. Sin fluidez ni nadie que tomara la responsabilidad de liderar, el cuadro local daba serios síntomas de colapso mental. 

A diez minutos de la conclusión Cadenas paraba el partido en una última intentona por reactivar a los suyos. Tocaba arrebato y en el ambiente una pregunta sobrevolaba al respetable. ¿Por qué no esa entrega de principio a fin? Demasiado tarde. No está este Ademar para pelear una plaza europea, no sin fichajes defensivos, no sin más cabeza y no sin competir al cien por cien desde el minuto uno.