Diario de León

El Barça no sale de la depresión

Leo Messi, tras encajar el Barcelona el gol del empate frente al Cádiz en el Camp Nou. ALBERTO ESTÉVEZ

Leo Messi, tras encajar el Barcelona el gol del empate frente al Cádiz en el Camp Nou. ALBERTO ESTÉVEZ

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No encuentra remedio el Barça a la depresión (1-1). Tampoco en la Liga, donde tenía una buena oportunidad para meterse de nuevo en la pelea por el título después del tropiezo del Atlético frente al Levante. Pero ni por esas. Empate con sabor a derrota ante el Cádiz, en un partido en el que fue víctima de una circulación lenta y carente de profundidad y se estrelló una y otra vez ante el orden cadista. Pese a ello, cuando tenía en sus manos el suficiente raspado con un penalti a Pedri transformado por Messi, el examen acabó en suspenso con otra pena máxima de Lenglet a Sobrino, convertida por Alex Fernández para arrojar sal sobre la herida que abrió el París Saint-Germain.

Con el mismo once inicial del duelo frente al PSG, el Barça saltó al césped del Camp Nou para afrontar una reválida. La prueba del algodón de que ante la imposibilidad actual de competir de tú a tú con los grandes de Europa, al menos aún puede pelear por la Liga. El Cádiz, fiel al estilo Cervera, aguardaba en su propio campo, muy ordenado. Tocaba y tocaba el Barça, demasiado volcado por el centro, como en la derrota en el duelo de la primera vuelta en el Carranza. Mientras el Barça multiplicaba por diez los pases del Cádiz, el conjunto amarillo se desplegaba a la contra, buscando la velocidad de Salvi con el buen golpeo de balón de Ledesma desde su propia portería. Más allá de algún remate lejano sin mayor peligro, la primera gran ocasión azulgrana nació de una pérdida de Jairo, castigada con el pase en largo para Messi, al que le faltó una marcha más en la definición, como al resto de su equipo.

El inicio de la tarde, ventosa en la ciudad condal, comenzaba a atragantarse a un Barça que abusaba en el dominio de balón pero carecía de puntería. El Cádiz, acostumbrado a defender asedios de forma numantina, respiraba más o menos tranquilo, con la excepción de un disparo de Messi que su compatriota Ledesma detuvo con la estética propia del amante de la palomita.

La maraña cadista la ordenó Pedri, que, oportunista, llegó a un balón en área visitante antes que Carcelén y Salvi. Penalti al alimón y transformación de Messi, que sentó a Ledesma con la tranquilidad del genio. Fruto de la excesiva confianza de abrir la lata, la mejor ocasión del Cádiz llegó inmediatamente después, pero Sobrino remató desviado con todo a favor.

El Barça pudo encarrilar el duelo con dos tantos anulados a De Jong y Pedri por fuera de juego, ambos correctos, pero se fue al descanso envuelto en cierta sensación de apatía. Su circulación excesivamente lenta y sin ritmo se estrelló contra el entramado defensivo amarillo, pero se encontró con un penalti afortunado para al menos mandar en el marcador tras la primera parte.

Posesión estéril El guion apenas varió en los segundos 45 minutos. Posesión estéril del Barça en la frontal del área cadista. Seguía faltando velocidad y profundidad salvo en las puntuales apariciones de Dembélé, excesivamente barroco en el regate y no del todo acertado en el remate. Entró Braithwaite por Griezmann, otro día más gris, pero solo una gran combinación entre Pedri y Messi sacó el partido del sopor. Fue justo antes de la sustitución del canario por Trincao, que tampoco le dio nada diferente al equipo azulgrana. La entrada de Riqui Puig por Dembélé en el tramo final ya fue la constatación de que le valía con lo logrado a Koeman, centrado en dormir lo que quedaba de partido teniendo el balón.

Cuando parecía que su objetivo estaba próximo, Lenglet fue muy pasado a un balón dividido ante Sobrino y cometió un penalti innecesario. Alex Fernández convirtió desde los once metros.

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