Diario de León

Bronce en honor a Entrerríos

Los Hispanos suben al tercer peldaño del podio tras superar a Egipto en un partido en el que tocó sufrir El capitán cerró con su gol un pulso de muchas despedidas

Jugadores y cuerpo técnico de la selección celebran en la pista del estadio Yoyogi la medalla de  bronce lograda por los Hispanos. ZENKOVICH

Jugadores y cuerpo técnico de la selección celebran en la pista del estadio Yoyogi la medalla de bronce lograda por los Hispanos. ZENKOVICH

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Javier Villanueva
León

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Un gol de Raúl Entrerríos, que ayer ponía punto final a su carrera deportiva, a falta de siete segundos para la conclusión permitió a España derrotar por 33-31 a Egipto y colgarse un bronce, que culmina el ciclo de una de las mejores generaciones del balonmano español. No es el oro con el que todos los integrantes del equipo español soñaban antes del inicio de los Juegos, pero las muestras de emoción con las que los jugadores celebraron el triunfo demostraron la importancia que tenía para este equipo el metal, con independencia del color.

España pareció empecinada por resolver el partido cuanto antes, como si necesitase colgarse el bronce antes de cumplirse los primeros cinco minutos de juego, lo que no tardó en hacer confundir a España la intensidad con la precipitación. Prisas que contrastaron con la aparente calma con la que Egipto pareció afrontar la contienda.

Si España pareció siempre empeñada en resolver cada una de sus acciones en apenas unos segundos, Egipto siempre tuvo la pausa necesaria para dar siempre un pase más. Paciencia que permitió al plantel africano entrenado por el ex-jugador ademarista Roberto García Parrondo encontrar siempre el momento justo para conectar con el pivote Mamdouh o generar los espacios para que el central Elahmar puede explotar su eléctrica finta. Argumentos ofensivos que permitieron a los de García Parrondo situarse con una ventaja de dos tantos (4-2) en el marcador.

Pero ni así cambio el plan del equipo español al que no pareció importarle conceder más goles de los habituales, empeñado en correr, correr y correr. Una táctica comenzó a darle frutos al conjunto español en el momento en el que arrastró a los norteafricanos al frenético ritmo de partido propuesto por los de Jordi Ribera. Y es que si Egipto demostró que táctica y colectivamente no le tiene nada que envidiar a ninguna de las grandes potencias europeas, a nivel individual no todos los jugadores egipcios llegan al nivel de los del equipo español.

Una diferencia de nivel que se hizo más evidente cuando el encuentro se convirtió en una sucesión de rapidísimas acciones individuales. Circunstancia que permitió a la selección española comenzar a abrir brecha en el marcador al final del primer tiempo (16-19. Una diferencia que pareció aplacar al equipo español, que, curiosamente, cuando intentó aminorar el ritmo cometió más errores. Así apenas siete minutos España perdió toda la renta que había logrado en el primer período (21-21) condenándose a un sufrimiento que no estaba en el guión tras lo visto en el tramo final de la primera parte. Dos latigazos de Alex Dujshebaev permitieron a España entrar en el último minuto con una renta de dos goles (30-32), pero ni así se rindió Egipto que se puso a un gol. Pero España no estaba dispuesta a dejarse arrebatar el bronce y mucho menos Raúl Entrerríós que con su gol final selló el triunfo español.

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