Diario de León

BALONCESTO | MUNDIAL DE CHINA 2019

Corazón de león, sueño de oro

España 95 Australia 88 La exhibición de Marc, la personalidad de Ricky y el carácter del equipo llevan a España a una final en la que se medirá a Argentina.

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AMADOR GÓMEZ | PEKÍN
León

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Con Marc Gasol y Ricky Rubio pletóricos y una defensa sobresaliente de todo el equipo en los momentos decisivos de un durísimo partido que necesitó dos prórrogas, España se clasificó con un tremendo sufrimiento y con épica para la segunda final de su historia en un Mundial (95-88), para asegurarse su cuarta medalla consecutiva en los últimos grandes campeonatos, a un paso de su segunto título planetario, 13 años después del conquistado en Japón. Marc y Ricky, los dos líderes de la selección, los dos referentes a los que se ha agarrado España para mantener vivo el sueño de un oro que parecía una utopía en China, firmaron un encuentro colosal.

Volvió a exhibir la selección su espítitu ganador y carácter para firmar otro encuentro memorable, en el que la luchadora España, a la que a casta, corazón y hambre no gana nadie, sacó a relucir su experiencia y soberbia mentalidad, tras estar contra las cuerdas a cuatro segundos del final.  

Mills falló entonces un segundo tiro libre que podría haber sepultado a España, pero salió cara, y después de una primera prórroga agónica resuelta desde la línea de personales por Marc, la selección, que tanto ha trabajado en este Mundial, no iba a permitir dejar escapar una ocasión irrepetible. Se esperaba a Marc Gasol, el único superviviente de la selección que alcanzó la gloria en el Mundial de 2006 con la que fue la mejor generación de la historia del baloncesto español, y el campeón de la NBA se hizo aún más gigante, echándose el equipo a la espalda cuando peor lo pasaba la selección, para acabar con 33 puntos, su récord de anotación, para otros tantos de valoración, con seis rebotes y cuatro asistencias.  

Tras el mediano de los Gasol volvió a brillar Ricky, que a sus 19 puntos añadió 12 asistencias, marca personal del base catalán, y siete capturas, con una personalidad y valentía que contagiaron al resto del equipo, relanzado también hacia el partido por el título por la espléndida defensa de Llull, que anuló a Mills en las dos prórrogas y cuya influencia fue tal que España llegó a un +17 con él escolta balear en pista. En defensa, Rudy, Claver y Ribas también volvieron a vaciarse, y la intensidad y ayudas de España llegó a tal punto que provocó hasta 22 pérdidas de la física e incómoda Australia, a la que no le bastó con la producción anotadora de Mills, ya que la selección, que llegó a perder por 11 (39-50), reaccionó como hacen las campeonas, a base de esfuerzo, y capacidad de sufrimiento y temple, después de un mal segundo cuarto del que se recuperó con un encomiable esfuerzo colectivo, y de estar por detrás en el marcador durante 38 minutos.

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