Diario de León

MÁS QUE DEPORTE ■ EL RECONOCIMIENTO

El Bien es de la lucha leonesa

El Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León completó ayer el proceso, aprobando el reconocimiento del deporte de los aluches como Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial

Un reconocimiento ‘para facilitar la salvaguardia efectiva del bien’ que es la lucha. A.B.

Un reconocimiento ‘para facilitar la salvaguardia efectiva del bien’ que es la lucha. A.B.

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A. Barreñada | León

«En la mañana de este día de fiesta luchábamos en el corro del Amilivia, y por la noche en Puente Castro; si ganabas, de uno te llevabas hasta mil pesetas (¡de las de los sesenta!) y del otro un mazapán, que repartías con todos». Recordaba así el de sus años de lucha Avelino García, cuando en el de ayer, había motivo especial para no olvidar el día de san Pedro: el gobierno de la Comunidad autónoma completaba el proceso y reconocía definitivamente la Lucha Leonesa como Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial.

Largo proceso, como ya es conocido, que tiene como momento germinal (al menos en las instancias oficiales de la propia Comunidad) la Proposición no de Ley que el procurador leonés Miguel Ángel Fernández Cardo presentara en nombre del Grupo Socialista en Cortes y la Comisión de Cultura y Turismo respaldara por unanimidad el 18 de octubre de 2011, acordando instar al gobierno territorial a reconocer como BIC, potenciar y difundir los aluches. Tras pasos como los que se detallan al margen, en agosto del pasado año la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura y Turismo incoaba el procedimiento y hace ahora un mes la consejera, Josefa García Cirac, anunciaba en el Ayuntamiento de León la inminente conclusión del proceso, junto con el inicio de trámites para el mismo fin con respecto a los Pendones Concejiles del Reino de León.

La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (París, 2003) estableció el marco de referencia para lo que posteriormente han venido desarrollando gobiernos de los estados y comunidades en sus correspondientes ámbitos. El Patrimonio cultural inmaterial (PCI) se considera constituido por ‘los usos representativos, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherente- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural’.

En España el marco se ajustó a su vez a lo recogido en la Ley 10/2015, de 26 de mayo, para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, en cuyo preámbulo se señala: «El concepto de patrimonio cultural ha seguido un ininterrumpido proceso de ampliación a lo largo del último siglo. De lo artístico e histórico y de lo monumental como valores y tipología centrales ha pasado a incorporar también otros elementos que integran una nueva noción ampliada de la cultura». Esa nueva noción, con los “inmateriales, dio el paso de los ‘bienes cosa’ a los ‘bienes actividad’.

Concepto fundamental, el que figura en el título de la tesis doctoral de Sara González Cambeiro (Universidad Complutense de Madrid, 2016), “La salvaguardia del Patrimonio inmaterial de España”. En ella se plantea algo que en este momento nos hacemos sobre el reconocimiento alcanzado por nuestra Lucha: “¿Para qué le sirve a una manifestación cultural inmaterial ser declarada BIC? La respuesta inmediata debería ser ’para facilitar la salvaguardia efectiva del bien, entendiendo salvaguardia en el mismo sentido que lo hace la Convención de 2003’.

Protección, difusión, promoción… son preceptivos en aplicación de la salvaguardia del bien. Pero, la cuestión sigue: ¿y eso, en qué beneficia a la Lucha?. Como algo básico, recogido en el articulo 7 de la citada Ley 10/2015, consta: «Las administraciones educativas y las universidades procurarán la inclusión del conocimiento y el respeto del patrimonio cultural inmaterial entre los contenidos de sus enseñanzas respectivas y en los programas de formación permanente del profesorado de educación básica»

El reconocimiento completado es un gran paso, pero no el final del camino emprendido: es etapa imprescindible para mayor proyección en ámbito transnacional, el de la propia UNESCO, el de otras luchas, deportes y juegos tradicionales que comparten objetivos y acciones (alguna en marcha amparada por fondos europeos que sí que son «beneficio» tangible). En el Convenio Internacional de Corinaldo (2006), el Consejo Federal Europeo de los Juegos Tradicionales señalaba algo que es de plena aplicación en nuestro caso: «Debemos regresar a creer en los valores... con el entusiasmo de un niño y con el pensamiento de un hombre». El reconocimiento debe ser útil, si sabemos conjugar esas dos capacidades.

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