Diario de León

Una leyenda del fútbol

Fallece a los 88 años el mito del madridismo Paco Gento

Francisco Gento en una de sus últimas apariciones. FERNANDO ALVARADO

Francisco Gento en una de sus últimas apariciones. FERNANDO ALVARADO

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Óscar Bellot | Colpisa

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Paco Gento, presidente de honor del Real Madrid y único futbolista que ha ganado seis Copas de Europa, falleció este martes a los 88 años. La desaparición del cántabro priva al madridismo del último integrante de aquella mítica delantera que catapultó a la entidad de Chamartín a la cúspide del fútbol mundial con la consecución de las cinco primeras Copas de Europa de la historia, a las que la Galerna del Cantábrico añadiría una sexta, ya con el Real Madrid yeyé en los años sesenta, para convertirse en el futbolista con más 'orejonas' de la historia.

Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. El ataque que se recitaba de carrerilla y sembraba el pavor a su paso, pese a que apenas coincidió en una decena de encuentros, despide a su último representante. Presidente de honor del Real Madrid desde octubre de 2016, tomó el testigo como máxima figura emblemática del club de Concha Espina de la Saeta Rubia, junto a la que aterrizó en el curso 1953-54 para sacudir la historia y cimentar una hegemonía inigualable.

Nacido el 21 de octubre de 1933 en Guarnizo (Cantabria), el veloz extremo izquierdo acumulaba apenas ocho partidos en Primera con el Racing de Santander, tras pasar por varios equipos de su tierra, cuando Santiago Bernabéu, que empezaba a conformar un equipo de leyenda, tendió la caña a instancias de su vicepresidente Álvaro Bustamante, también de origen cántabro.

Firmó su contrato en un garaje, con una ficha de 125.000 pesetas. Renovaba a conveniencia de los despachos, tanto en años como en dinero. Ni pedía ni preguntaba. Se marchó 18 años después con tres millones como emolumentos de su última campaña. Otros tiempos.

Se había criado entre vacas, patatas, maíz y alubias. Llegar a la capital le cambió la vida, aunque los primeros tiempos fueron duros. Corría más rápido que la pelota -bajaba de los once segundos en los cien metros con la bola cosida al pie- y había quien le veía más como un atleta que como un futbolista.

Le costó adaptarse, viniendo casi de Tercera, la talla de sus compañeros le encogía y aún tenía que depurar la técnica. Era un diamante en bruto, sin pulir. Llegó a pensar que le traspasarían, algo que evitó Di Stéfano en una reunión personal con Santiago Bernabéu en la que intercedió por su compañero. Pronto el respetable se rindió a su talento.

Su portentoso físico terminó por convertirle en el mejor extremo izquierdo de la historia. Sacaba de rueda a los zagueros con su cambio de marcha y centraba con precisión milimétrica en carrera.

La conexión con Rial y con Di Stéfano hizo que el Bernabéu se inclinara a la izquierda. "Corría tan rápido que no podías cogerle en fuera de juego", recordaba el británico Bobby Charlton, una de las figuras señeras de la época.

"Tiene velocidad y le pega al balón como un cañón. Eso no se aprende, se trae", defendía Di Stéfano, del que tantas cosas metabolizó. "Era fantástico encarando a los defensas", abundaba Puskas, con el que compartió ocho gloriosas campañas.

"Él y yo con nueve compañeros más, los que quieran, seríamos siempre campeones", sostenía el brasileño Garrincha, gambeteador de piernas deformadas que saltó a la fama con Pelé en el Mundial de Suecia 1958 y tomó el testigo cuatro años después del ausente O Rei en aquella Copa del Mundo de Chile en la que la Canarinha apeó a una España en la que Gento convivía con los nacionalizados Di Stéfano, Puskas, Kubala o Santamaría, quizás la mayor amalgama de talento en la historia de La Roja.

Gento había debutado con la casaca merengue el 13 de septiembre de 1953 con una victoria ante Osasuna. Los blancos terminarían conquistando aquella Liga para finiquitar 20 años de sequía.

Fue la primera de las doce que amasó en sus 18 cursos en Chamartín, un registro que nadie ha igualado hasta la fecha. Como tampoco tienen parangón sus seis títulos de la Copa de Europa.

Disputó y ganó las cinco primeras finales de la historia, en las que anotó dos goles, y se coronó también en la de 1966 ante el Partizán de Belgrado, nexo de unión entre dos generaciones excepcionales.

Colgó las botas el 21 de mayo de 1971 con una derrota ante el Chelsea en la final de la Recopa en Atenas que llevó a Santiago Bernabéu a acometer una profunda renovación de una plantilla que había culminado una temporada horripilante.

El extremo cántabro, que contaba ya 38 años, se despedía con un palmarés superlativo. A sus doce Ligas y seis Copas de Europa añadía dos Copas de España, dos Copas Latinas y una Copa Intercontinental. Veintitrés trofeos que le mantienen, medio siglo después, como el futbolista más laureado del club más exitoso de la historia, igualado hace unos días por Marcelo.

Atrás quedaban 600 partidos oficiales y 182 goles sellados por un jugador que fue 43 veces internacional con la selección española, con la que participó en dos Mundiales y conquistó la Eurocopa de 1964, y que se convirtió en uno de los grandes artífices de esa leyenda blanca que hoy se viste de negro para decir adiós a una figura irrepetible.

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