Diario de León

La invasión de alburnos, otra amenaza para los ríos de León

El cangrejo señal también pone en peligro los frezaderos en varios tramos fluviales

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Pedro Vizcay - león
León

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Puede decirse que desde hace varios años las desgracias provocadas, en buena medida, por la mano del hombre se han ido sucediendo de forma continúa para los ríos trucheros de la provincia leonesa. Primero fue la introducción del lucio que asoló los cursos bajos de los ríos Órbigo y Esla hasta el punto de desalojar las poblaciones de grandes truchas que, en época de freza, remontaban los cursos y garantizaban las frezas. La desaparición del cangrejo autóctono supuso un nuevo golpe al privar a los ecosistemas de un elemento que limpiaba y conservaba el hábitat fluvial. Otras especies invasoras como la lucioperca o la perca sol, junto con el blak bass han venido a completar el desafortunado panorama. En el último año una nueva especie, el alburno, está remontando los cursos fluviales de forma imparable, hasta el punto de que en el Esla, hasta el puerto de Benamariel y aún mas arriba, ya constituyen una auténtica plaga. Al ser una especie que se aclimata en las aguas mas frías es mas que probable que, en pocos años, colonicen la mayor parte de los ríos y arroyos de la cuenca del Duero. El alburno, autóctono de los ríos franceses del norte de los Pirineos, es un ciprínido, como el barbo o la carpa. La ausencia de dientes en las mandíbulas es la característica general de esta familia de peces. Con una apariencia que recuerda a las sardinas alcanza un tamaño ligeramente superior a la bermejuela, entre 12 y 18 cm. Acostumbra a vivir en cardúmenes bastante numerosos y resulta fácilmente visible, de forma especial en verano, ya que sube a la superficie para alimentarse. Es muy voraz, consumiendo todo tipo de insectos que caen al agua. También consume larvas y huevas de otros peces, pero su mayor peligro estriba en que consume gran parte del alimento que, en su ausencia, consumirían otras especies. Además se reproduce de forma extraordinaria y pese a que resulta un «pez pasto» para depredadores como el lucio o el blak-bass, no tiene riesgo de extinción ni, por consiguiente, posibilidad de que pueda descastarse. Precisamente el hecho de que suelan utilizarse alburnos, allí donde está permitido, para pescar a pez vivo, explica que haya podido introducirse en España. Es muy sencillo de pescar, pues pica prácticamente a todo. En Castilla y León la normativa obliga a sacrificarlo sin posibilidad de que sea devuelto a las aguas. Se reproduce entre mayo y junio, dependiendo de la temperatura del agua, aunque a tenor de su capacidad de reproducción podría realizar varias puestas, siempre de noche, bien sobre el fondo o sobre plantas acuáticas.

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