Diario de León

El reportaje de la semana

Kin-ball, el deporte que no permite enfados

Tempus es el único equipo que representa a León en una disciplina donde priman los valores por encima del resultado

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León

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Tres equipos casi siempre mixtos jugando al mismo tiempo, un campo de 20x20 y un balón enorme pero ligero que, bajo ningún concepto, puede tocar el suelo. Esas son las premisas básicas que rigen el kin-ball, un deporte alejado de las grandes masas donde lo principal —tópicos al margen— no es competir sino disfrutar. Nacido en Canadá a mediados de los años 80 gracias al ingenio de Mario Demers —un profesor de educación física— este gran desconocido integra a hombres y mujeres por igual como una de sus normas fundamentales, todo un pionero de la igualdad y un adelantado a su tiempo que hoy en día, pese a su casi nula presencia en los medios de comunicación, se practica en países como China, Japón, Malasia, Francia, Bélgica, Argentina, Brasil, Chile o España, entre muchos otros.

La semilla del kin-ball también ha germinado en León, donde la Asociación Juvenil Tempus da forma poco a poco a un equipo que se da cita cada fin de semana —habitualmente los sábados a las 10.00— en el Ceip Villa Romana de Navatejera. «Lo implantó en 2017 Jesús Marqués, un estudiante de Inef que ya jugaba en Valladolid y quiso formar su propio conjunto en la Universidad de León», recuerdan Ana María Castellanos, Sofía Aller y Adrián Álvarez, tres de los miembros más ‘veteranos’. Son cerca de 18 componentes, nueve adultos y otros tantos niños, aunque sus puertas están abiertas a todo el mundo que desee acercarse a jugar con ellos.

A diferencia de otras disciplinas deportivas, en el kin-ball siempre prima lo colectivo a lo individual, no hay lugar para ‘Messis’ ni ‘Cristianos Ronaldos’. «No tenemos estrellas, todos tienen que participar, todos atacan y defienden, lo que iguala bastante los partidos».

En pocas palabras

Lo juegan tres equipos al mismo tiempo, en un campo de 20x20 y con un balón de 1,2 metros

A nivel de España, el órgano que se encarga de organizar las competiciones es la Asociación Española de Kin-ball Sports (AEKBS). La competición nacional de adultos se conoce como C.o.k.e. y la infantil L.i.k.e. «El primer campeonato nacional se celebró hace ahora quince años y actualmente el país cuenta con catorce equipos repartidos entre Andalucía (4), Madrid (6), Castilla y León (2) así como Cantabria y La Rioja con uno cada uno». No existe una federación como tal y son Jaén y Madrid las grandes potencias que dominan el kin-ball español. «El resto, donde nos encontramos nosotros también, hemos tratado de diferenciar este año entre las ligas oficiales y otros torneos más acordes a nuestro nivel», aclaran.

El objetivo de Tempus a corto y medio plazo es darse a conocer, ampliar sus miembros, mejorar y si es posible subir el nivel. «Nos juntamos con otras ciudades donde todo es más amateur para disputar los partidos». Al margen del fin de semana, suelen entrenar los martes y jueves. Financiarse es otro de los grandes retos que tienen por delante. Las ayudas institucionales brillan por su ausencia, aquí cada viaje sale de sus bolsillos, lo que también dificulta su crecimiento. «Recientemente hemos solicitado al Ayuntamiento de León que nos cedan los pabellones de Ventas Oeste y San Esteban para organizar aquí un campeonato». Las cuotas de los socios, el Ayuntamiento de Villaquilambre y la junta vecinal de Navatejera son quienes más apoyan a Tempus.

Valores

Los enfados están prohibidos, lo mismo que una mala cara o cualquier tipo de insulto —todas esas cosas penalizan al equipo— y al contrario hay que respetarlo sobre todas las cosas. Lo importante es «fomentar el buen ambiente».

En un principio el kin-ball puede resultar difícil de comprender para quienes no estén habituados, pero desde Tempus insisten en que aprender es sencillo y extremadamente divertido. «Se juegan un total de siete periodos ganando el conjunto que primero llegue a los trece puntos», explican. Tal y como recoge el reglamento oficial, el objetivo de este deporte es coger el balón con cualquier parte del cuerpo. «Justo antes de golpear la bola se lo anuncias al rival que deberá defenderse, se lanza cuando todos los miembros del equipo tocan el balón —si no es falta— y se golpea con cualquier parte del cuerpo por encima de la cintura. En lo que a la defensa se refiere, los jugadores se colocan en formación cuadrangular alrededor de la bola como a unos cuatro metros. En su caso deben evitar que caiga al suelo con cualquier parte del cuerpo».

La estrategia

Como en todos los deportes de equipo, la estrategia se antoja básica para imponerse en el marcador. «Existen muchas jugadas preparadas para sorprender y engañar al rival, en algunas ocasiones solo es un jugador quien sujeta la bola y los otros tres compañeros se acercan simulando que van a lanzar, dos tocan en el último momento la bola y solo uno golpea o se cambia de posiciones o bien se lanza el balón al aire. Hay tantas jugadas como quieras inventar», subraya Ana María. Asimismo se contempla la figura del bloqueador por parte del equipo al que le toca defenderse que, «si se coloca bien, tendrá la posibilidad de bloquear la salida de la bola. Lo más importante del Kin-ball es que es divertidísimo, lo más parecido a bajar a jugar a la calle cuando eras pequeño, con valores que ya apenas se ven en otros sitios y donde todos los jugadores son importantes», finalizan.

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