Diario de León

Leon, tierra de lobos

Las últimas y copiosas nevadas en las zonas de montaña están desplazando al cánido hasta Tierra de Campos.

En los últimos años las poblaciones de lobos han crecido en los montes de la provincia.

En los últimos años las poblaciones de lobos han crecido en los montes de la provincia.

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P. vizcay | león
León

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El notable incremento que las poblaciones de lobos están experimentando desde hace algunos años se debe, según los expertos, a una serie de circunstancias concatenadas que se vienen produciendo en las áreas de montaña. La despoblación que estas áreas vienen sufriendo, unida al abandono de cultivos y la consiguiente expansión del monte, la mayor abundancia de alimento por el aumento de animales salvajes, jabalíes especialmente y la protección que las leyes otorgan a este animal serían alguna de estas causas.

La Junta de Castilla y León es consciente de la necesidad de controlar estas poblaciones de lobos que provocan un profundo malestar en los escasos ganaderos que todavía resisten en la montaña.

Si unimos esto al interés cinegético que el cánido despierta entre los aficionados, al ser una pieza muy difícil de abatir y por la que están dispuestos a pagar bastante dinero, entenderemos que los cupos vayan ampliándose en la medida que las poblaciones lo permiten.

En la temporada de caza que ahora ha finalizado los cupos al norte del Duero permitían cazar 50 ejemplares en la provincia de León, muy superiores a los 36 de Zamora, los 31 de Palencia o los 15 de Burgos. De estos 50 lobos y una vez distribuidos por comarcas 24 correspondían a la montaña de Riaño, 7 al Bierzo, 5 a la montaña de Luna y cantidades ya más pequeñas a la zona de Astorga o la Cabrera. Pero una cosa es establecer un cupo y otra muy diferente conseguir que se cace.

Lo cierto es que las estadísticas oficiales distan mucho de estas cantidades y, si bien es cierto que siempre se matan algunos lobos de forma furtiva, todo parece indicar que se va a quedar muy lejos de las cifras estimadas. En las batidas autorizadas muchas veces se avistan lobos, pero la astucia e instinto de conservación del cánido muy pocas veces permiten disparos con eficacia. De hecho casi nunca entran en los puestos saliendo por las zonas de retranca o dándose la vuelta entre los perros. Finalizada la caza el tercer domingo de febrero, con el lobo se hace una excepción en el sentido de que se alarga el periodo hábil todo el mes de febrero, pero únicamente en las especialidades de rececho y aguardo, precisamente dónde pueden darse los mejores resultados siempre que se cuente con mucho conocimiento de la zona y una gran experiencia, cualidades no muy frecuentes entre quienes no son cazadores locales.

De la montaña al llano

De entre todas las especies de caza mayor el lobo es el animal que sigue despertando mayores recelos a pesar de que es, sin duda, el que ha sobrevivido a las mayores dificultades, lo que le convierte en una criatura admirable aunque temida. Su capacidad de adaptación y su enorme resistencia física y a las adversidades, además de su instinto salvaje y su capacidad reproductiva, le han mantenido a lo largo del tiempo pese a ser, quizás, la “fiera” mas acosada por el hombre. Este invierno está siendo especialmente duro en la montaña, su hábitat natural, con nevadas que hacía tiempo no se producían. También en estos casos su adaptación es mucho mayor que la de jabalíes, cérvidos y otros ungulados de pezuña fina que se hunden en la nieve quedando atrapados y siendo presa fácil del depredador. Precisamente en estos días estamos viendo como las poblaciones de ciervo están sufriendo notables bajas en las reservas, pese a que se distribuye alimento desde el aire. En todo caso nunca todo es absolutamente negativo, pues los procesos de selección genética harán que sobrevivan los más fuertes y que la densidad de cérvidos se reduzca lo que beneficiará a la extensión de epidemias como la sarna. Resulta curioso en esta situación que algunos lobos abandonen la montaña y se internen en el llano.

La presencia de este cánido en Tierra de Campos no es nueva, pues ya hace mucho tiempo podían verse lobos de forma esporádica coincidiendo con la trashumancia del ganado ovino. Ahora, sin embargo, resulta mas frecuente y viene asociada a los cultivos de maíz que atraen a otra especie: el jabalí.

De los excrementos de lobo analizados por biólogos se desprende que el jabalí constituye un altísimo porcentaje de su dieta. Pero no hace falta ser un experto, cualquier montero que analiza un excremento se da cuenta de inmediato de las “cerdas” que aparecen, pues no las digiere. También el corzo es una presa frecuente y, por supuesto, los animales domésticos como ovejas y perros. Al ser un animal sumamente esquivo y ocultadizo, que caza preferentemente por las noches, no resulta sencillo detectar su presencia. Tan solo cuando a finales de temporada se dan batidas contra el zorro, con relativa frecuencia aparece algún lobo. En las pequeñas manchas de monte aparecen de forma intermitente casi todos los años. Incluso no faltan accidentes de tráfico que se saldan con lobos muertos e importantes desperfectos en el vehículo.

Pero no son hechos aislados. Toda la zona Sur de León alberga de forma permanente o de paso ejemplares de lobo. Ocurre, sin embargo, que un mismo animal o pequeño grupo, puede desplazarse más de cuarenta kilómetros en una sola noche siendo avistados en varios lugares, lo que genera exageraciones y alarma social. Su oportunismo les lleva a alimentarse de forma diversa, pues consume desde carroña hasta pequeños roedores. Cuando caza es extremadamente inteligente y además puede hacerlo en grupo, repartiendo tareas entre sus miembros. En todo caso es un hecho comprobado que las poblaciones lobunas se han incrementado al Norte del Duero. Lo que para ecologistas y cazadores es una buena noticia, para los ganaderos, sin embargo, es todo lo contrario, si bien con una política de la Administración que acelerase los trámites para las indemnizaciones por daños podrían ser compatibles los intereses de unos y de otros y nadie puede negar que mantener esta fauna salvaje en los cotos de caza resulta, además de una riqueza ecológica, todo un lujo. Como ya hemos apuntado una gran parte de aficionados a la caza mayor aspiran a tener un lobo entre sus trofeos.

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