Diario de León

Fútbol | Eurocopa

Luis Enrique, un héroe de la vida y del fútbol

El seleccionador español, amante de las grandes pruebas de resistencia, afronta la Eurocopa con el carácter que le ha permitido superar las situaciones personales más difíciles. Genio y figura, se atrevió a echarle un pulso al mismísimo Messi e incluso a prescindir del capitán Sergio Ramos

Luis Enrique se está preparado mentalmente para soportar la presión durante una Eurocopa en la que España aspira a todo. JUANJO MARTÍN

Luis Enrique se está preparado mentalmente para soportar la presión durante una Eurocopa en la que España aspira a todo. JUANJO MARTÍN

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P. Ríos | Barcelona
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Para descifrar a Luis Enrique (Gijón, 51 años) hay que acudir a los clásicos, no precisamente a los numerosos Barça-Madrid que disputó con ambas camisetas, sino a las estrellas que ha tenido a sus órdenes.

En la Roma, en la temporada 2011-12, pasó del conflicto con Francesco Totti, por un cambio de ubicación en el campo que le disgustaba, a una admiración total del capitán hacia el entrenador hasta el punto de que lamentó que no prolongara su contrato por la llegada de unos nuevos propietarios al club. «A pesar de que al principio no estaba contento con la posición en que jugaba, él tenía razón: me divierto yo, se divierte el equipo y se divierte la gente», proclamó el mítico crack italiano, ya retirado.

Daniele de Rossi, el centrocampista que era el otro icono de la casa, relacionó su renovación en 2012 con el asturiano: «Mi amor por este equipo va más allá de dirigentes o entrenadores, pero Luis Enrique ha sido fundamental. Ha vuelto a encender esa llama que necesitamos los jugadores. Es el mejor entrenador con el que he estado a nivel táctico y en las concentraciones».

Incluso cuando protagonizó un gran partido como central ante España en el estreno de la Eurocopa 2012 (1-1) se acordó de él: «Luis Enrique es el primero que ha visto mi calidad en esa posición. Es la demostración de que el español es un grande».

El pulso a Messi

Más conocido fue lo que pasó con Leo Messi en el Barça. En la temporada 2014-15, la primera en la que coincidieron, todo estuvo a punto de estallar cuando el técnico no accedió a uno de los habituales caprichos del astro mundial: un par de días más de vacaciones navideñas que sus compañeros para pasar el fin de año en Argentina, sin importarle si había un partido inminente.

El ‘10’ volvió cuando quiso, pero tuvo que sentarse como castigo en el banquillo en Anoeta el 4 de enero de 2015 en contra de su voluntad y el Barça perdió 1-0 en partido de Liga. Al día siguiente no se presentó al entrenamiento. Fueron días de mucha tensión, con Luis Enrique en la cuerda floja por atreverse a echar un pulso a Messi. Nadie lo hizo antes, ni Pep Guardiola, ni nadie lo ha hecho después. Al final hubo una tregua.

De la paz se pasó a la reconciliación. Y del reencuentro al triplete y a los abrazos. Años después, Messi no se olvida y pone a Luis Enrique al nivel de Pep Guardiola. Casi nada. «Mi mala suerte, entre comillas, fue que tuve mucho tiempo a Guardiola y a Luis Enrique, los dos mejores.

Tenerlos tan seguido y tan rápido hizo que yo creciera muchísimo en lo futbolístico y en la sabiduría táctica que me enseñaron ellos», dijo esta temporada en la entrevista de Jordi Évole en la Sexta, como dando a entender que ya es difícil que otro entrenador le seduzca.

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Los ejemplos citados no deberían sorprender conociendo el carácter del asturiano. No es tan fiero como lo pintan, pero sí necesita un tiempo para cautivar a sus jugadores. Y en ese proceso pueden saltar chispas que una vez apagadas dan paso a grandes momentos. En la selección española no ha sucedido nada de eso todavía, quizás porque aún no ha vivido una fase final de una gran competición, cuando el día a día se asemeja más al de un club. Y difícilmente sucederá porque en su convocatoria de 24 jugadores para la Eurocopa no hay pesos pesados una vez que Sergio Ramos se ha quedado fuera por lesión, no sin polémica porque el madridista quería acudir y forzar aunque fuese cojeando.

Precisamente, su ausencia también se puede entender desde ese punto de vista. Luis Enrique quiere un grupo reducido (ni siquiera completa los 26 permitidos) con jugadores afines a su idea de fútbol dinámico, sin ‘intocables’ que puedan crear mal ambiente en el caso de que sean suplentes o de que se les exija una energía en el campo que ya no tienen.

Sí están Sergio Busquets y Jordi Alba, con quien ha tenido sus más y sus menos hasta el punto de no citarle durante un tiempo. Pero les conoce bien del Barça y ya han pasado por todo, por lo bueno y por lo malo.

Preparado para la presión

Luis Enrique está preparado mentalmente para soportar la presión de los medios de comunicación. Nunca ha tenido una buena relación en general con la prensa pero ha aprendido a entenderla. Como seleccionador hubo un antes y después en esa química. Valoró el respeto y la discreción con que se trató la cruel enfermedad de su hija pequeña, Xana, que acabó falleciendo con 9 años. No llevaba ni doce meses en el cargo, al que llegó en el verano de 2018, cuando dejó la selección de forma interina en manos de Robert Moreno, su segundo entrenador, para centrarse en su niña.

Cuando falleció, en agosto de 2019, se dio un par de meses de reconstrucción mental para volver a la selección. Para entonces ya sabía que Robert le había cogido el gusto al cargo, que iba por libre y decidió prescindir de él en un episodio de tensión entre dos amigos que dejaron de serlo.

Juan Carlos Unzué, su segundo en el Barça, ya con indicios de la cruel ELA luego confirmada, tampoco pudo acompañarle. Se quedó con su ‘staff’ de siempre, ilusionado con volver a hacer grande a la selección.

Pero ahora ha tocado un símbolo como Ramos y no ha llevado a nadie del Real Madrid, motivo por el que ya está en el centro de la diana. No pasa nada: le va la marcha. Como jugador, tras irrumpir como un goleador descarado en el Sporting y convertirse en un carrilero aburrido en el Real Madrid, disfrutó como un niño en el Barça hasta su retirada, dejando frases míticas para el recuerdo como «de blanco no me reconozco ni en los cromos».

¿Decisión arriesgada?
El seleccionador apuesta por una lista joven donde no haya estrellas que creen mal ambiente

Su imagen sangrando por la nariz tras un codazo de Tassotti en el área en el España-Italia que dejó a la selección de Javier Clemente sin semifinales en el Mundial 94 resumió durante años, hasta los éxitos de Luis Aragonés y Vicente del Bosque, la impotencia de La Roja por no poder cruzar la barrera de los cuartos de final. Jugó los Mundiales de 1994, 1998 y 2002, además de la Eurocopa de 1996.

Estuvo a las órdenes de Javier Clemente y José Antonio Camacho, sabe lo complicadas que pueden ser las concentraciones y las fases finales en todos los sentidos. Y tiene las armas para creer que se puede ganar: la constancia, el sacrificio y la resistencia que requiere una de sus pasiones, el ciclismo, a veces extremo, como la Titan Dessert o la Quebrantahuesos; una vez dejó de correr tras completar incluso el Marathon des Sables en el desierto, el Marathon de Nueva York y pruebas como el ‘Ironman’. De hierro tendrá que ser para liderar a España en busca de un título.

Su última polémica

En su lista para la Euro —en la que la selección española debutará el próximo lunes 14 de junio contra suecia— no hay pesos pesados tras dejar fuera al ‘capi’ Ramos. Una de las últimas críticas al equipo llega tras el partido amistoso con Portugal, donde los españoles gozaron de innumerables ocasiones para hacer gol pero las desaprovecharon todas. El más señalado fue Álvaro Morata, sin embargo su técnico —al menos de puertas para afuera— le defendió después del choque en sala de prensa ante los medios que le cuestionaban. De hecho, lejos de criticarle, Luis Enrique le dio la vuelta a la tortilla alabando el despliegue físico del atacante de la Juve, que incluso se dio una carrera de 40 metros al final del partido tras desgastarse los 90 minutos.

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