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El Madrid baila al son de Rodrygo

El brasileño se gradúa con tres tantos en una goleada que deja a los de Zidane al  borde de octavos

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Óscar Bellot | Madrid
León

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El Real Madrid terminó de congraciarse con la Champions la noche en la que Rodrygo ratificó que es una de las apariciones más deslumbrantes que se recuerdan en Chamartín (6-0). Barrió el conjunto de Zinedine Zidane al Galatasaray con un auténtico recital de su joya más ilusionante, que ha pasado de promesa a realidad a velocidad del rayo, luciendo un desparpajo, aplomo y eficacia digna de los elegidos. Tres goles de bellísima factura y una asistencia para Benzema fueron el tremendo botín del paulista, que puso en pie al Santiago Bernabéu para devolver a su equipo a la senda del triunfo como local en el torneo que un día fue su jardín particular, más de un año después de su última victoria como anfitrión.  

A tiro de piedra tiene ya los octavos el Real Madrid, apenas un trámite cuando se celebró el sorteo que complicaron en grado sumo la derrota ante el PSG en el Parque de los Príncipes y especialmente las tablas frente al Brujas en el recinto de La Castellana. Lo que se dice una noche redonda.  

Con el mismo bloque que en Estambul por parte del cuadro de Zidane y dos cambios en el bando de Fatih Terim, que recuperó la defensa de cuatro con pésimo efecto, el Real Madrid salió determinado a cumplimentar la faena cuanto antes. Centró Marcelo para que Rodrygo controlase con la derecha y ajusticiase con la izquierda. Mismo asistente e idéntico ejecutor dos minutos después. De nuevo Marcelo percutiendo por la izquierda para poner esta vez la bola en la testa del ex del Santos, que rebasó de nuevo a Muslera y dejó encandilado al Santiago Bernabéu. Se rindió el coso blanco a su precoz ídolo, titular por cuarta vez consecutiva y con cinco dianas ya en su fulgurante aterrizaje en Chamartín, donde ha caído como un meteoro dispuesto a ponerse al club más laureado del mundo por montera, capaz de asombrar al mismísimo Hazard y mirar de tú a tú a mitos del calibre de Raúl con sus precoces hitos.  

Era el partido soñado por una afición que llevaba más de un año sin ver a su equipo sometiendo al rival con puño de hierro en la Champions. Contra las cuerdas ya en el primer suspiro, el Galatasaray terminó por dimitir del choque cuando N’Zonzi pisó a Kroos en la disputa por un balón dividido en la frontal del área. Estaba el pie del germano sobre la línea, según determinó su compatriota Felix Zwayer tras revisar la acción en el monitor, por lo que Sergio Ramos acudió presuroso al punto de penalti mientras el templo de La Castellana reclamaba que lanzase Rodrygo. Pero lo primero era cerrar el pleito y el capitán no perdonó, convirtiendo su decimoquinta pena máxima consecutiva sin fallo.  

Sojuzgado por un equipo que jugaba a placer, el Galatasaray ofreció una imagen lamentable, incapaz de plantear batalla en un partido que agudiza la crisis que vive el conjunto otomano, sin fuelle en su liga y deshauciado en la Champions.  

Hasta Valverde se marcó un intento de ruleta de esas que a Zidane le salían incluso sin querer. Lo que se dice un burreo en toda regla que completó antes del entreacto Rodrygo, quién si no, robándole la cartera a Nagatomo y sirviendo en bandeja a Benzema el que fue el tanto número 49 en la Liga de Campeones con el Real Madrid del lionés, que luego habría el quinto de su equipo para superar la marca que sellase Alfredo Di Stéfano en la antigua Copa de Europa. La leyenda que cambió la historia de los blancos, su bandera actual y el estandarte que ya está llegando hermanados por un registro y una acción que convirtió el segundo periodo en una plácida celebración. La fiesta acabó con el tercero de Rodrygo.

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