Diario de León

El Madrid entierra su sequía en Arabia

Modric, MVP de la final, abraza a Florentino Pérez. JULIO MUÑOZ

Modric, MVP de la final, abraza a Florentino Pérez. JULIO MUÑOZ

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El Real Madrid volvió a reinar en el desierto (0-2). El equipo de Carlo Ancelotti se impuso, con goles de Modric y Benzema, a un Athletic sin colmillo y alzó la duodécima Supercopa de España de su historia. Dieciocho meses después de conquistar frente al Villarreal la Liga del coronavirus, los blancos volvieron a llevar un trofeo a sus vitrinas, clausurando así un largo periodo de sequía.

Efectivo en el momento oportuno, el conjunto de Chamartín completó un partido muy serio de principio a fin en el que, esta vez, no tuvo que echar mano de su dominio del contragolpe para descerrajar a un rival ordenado y compacto, pero chato arriba.

Dirigido de nuevo por un Modric superlativo que añadió a su capacidad para leer el juego la condición de abrelatas de una retaguardia, hasta entonces, sin grietas, y sostenido al final por Courtois, determinante para evitar un cierre con suspense al detenerle un penalti a Raúl García, el Real Madrid abrochó una victoria que supone nuevo golpe de autoridad en una temporada en la que tiene bien encarrilada la Liga, pese al espíritu de resistencia del Sevilla, y en la que se jugará la continuidad en la Champions con el PSG en una eliminatoria volcánica. La Supercopa, esa especie de torneo veraniego ‘premium’ que ha cobrado entidad con el nuevo formato, viene a recompensar una primera parte del curso en la que Ancelotti ha armado un bloque muy solidario que sabe maximizar sus virtudes mantiene su marcha imparable.

El cuadro vasco salió presionando alto en la salida de los blancos, pero luego replegaba con velocidad para aguardarles en un bloque medio-bajo y evitar así que el equipo de Carlo Ancelotti pudiese correr con espacios. La celada de Marcelino pasaba por atraer el conjunto de Chamartín a sus dominios, confrontarle con la muralla erigida en torno a Unai Simón y robar para desplegarse en transición aprovechando la zancada de Iñaki Williams. Los leones entraron con nervio al litigio. El posicionamiento de Sancet complicaba a Militao y Alaba, de regreso al once una vez superadas las molestias que le hicieron perderse la semifinal contra el Barça. El Athletic extremó la vigilancia sobre Vinicius, lo que motivó que las primeras aproximaciones del Real Madrid llegasen desde la derecha. Pese a ello, el metro cuadrado cotizaba a precio de oro en el área del Athletic, poniendo a prueba la capacidad del Real Madrid para moverse en espacios reducidos. El dominio de los blancos fue considerable, pero infructuoso hasta que Rodrygo encontró un resquicio en la hasta entonces granítica defensa rojiblanca. El paulista quebró ante Dani García y encontró en la frontal a Modric, que empaló ajustando al palo para hacer inútil la estirada de Unai Simón.

Acudió de nuevo Marcelino a Nico Williams como revulsivo tras el paso por la caseta. El relevo no alteró el paso del Real Madrid, autoritario con la pelota. Además, Yeray acudió en su ayuda. El central estiró el brazo mientras porfiaba por obstaculizar un disparo de Benzema, cuyo golpeo se estrelló contra el codo del zaguero. El VAR dio el chivatazo a Soto Grado, que decretó penalti. Lo había. El lionés, siempre impasible desde los once metros, convirtió la pena máxima, pese a que Unai Simón le adivinó la zona de disparo. De nuevo ante el Athletic, su víctima fetiche, el ‘9’ del Real Madrid ponía franca para su equipo la final.

En los minutos finales el VAR señaló otro penalti, esta vez por mano de Militao —que fue expulsado— pero Raúl García lanzó y Courtois hizo un paradón.

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