Diario de León
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Tras comparecer en Son Moix con la columna vertebral destrozada a consecuencia de las bajas por lesión de Courtois, Militao y Benzema, el Real Madrid regresó de Mallorca en camilla (1-0). El equipo de Carlo Ancelotti, al que el saturado calendario está facturando un elevadísimo coste médico, sufrió ante el cuadro bermellón su tercera derrota en lo que va de Liga en un crispado encuentro que apuntaba a emboscada desde la previa, pero que fue enturbiándose de forma creciente desde el prefacio hasta el epílogo. Diezmados por la ausencia de tres pilares esenciales para su buen pulso en las dos áreas, pero lastrados también por la previsible y perniciosa guerra de Vinicius contra una escuadra y un estadio que aguardaban al extremo con la guadaña preparada, los blancos claudicaron ante el conjunto del Vasco Aguirre, que le ganó la batalla con las tripas y con la cabeza.

Un gol en propia puerta de Nacho, desbordado por la soberbia amenaza física que representaba Muriqi, le bastó al Mallorca para sellar su cuarto triunfo consecutivo como local en uno de los grandes fortines del campeonato y complicar aún más la tarea de perseguir al Barça a un Real Madrid sin camas libres en la enfermería y obcecado.

Ancelotti sufrió el enésimo contratiempo con el percance a última hora de Courtois, quien sintió molestias en el aductor de la pierna izquierda durante el calentamiento previo al choque y tuvo que dejar su puesto bajo palos a Lunin. El cuadro del Vasco Aguirre ha convertido esta temporada Son Moix en un bastión que asaltó con muchos apuros el Barça en la primera vuelta y en el que sucumbió, sin ir más lejos, el Atlético. El buen funcionamiento de la muralla bermellona en su feudo es una de las principales razones por las que el Mallorca superó las expectativas en la primera vuelta, aunque en esta ocasión faltaban dos piezas fundamentales en su argamasa: Copete, sancionado, y Valjent, convaleciente de una gripe.

Vinicius rozó la expulsión

No alteró la disposición de su batallón Ancelotti al paso por vestuarios, por más que Vinicius se marchase a la caseta bordeando la segunda amarilla tras encararse con Hernández Hernández y con la cabeza muy lejos de la pelota. Con todo, el brasileño se centró lo justo tras el entreacto para provocar un penalti por derribo de Rajkovic que desperdició Asensio al estar más pendiente de engatusar al portero que de ajustar la mirilla.

En vista de que la sobremesa seguía torcida, Ancelotti sacó de la reserva a Modric, Kroos, Alaba y Mariano para intentar engrasar un ataque que sufría sin el aceite de Benzema, pero el Mallorca mantuvo obstruido el carburador del Real Madrid en un partido en el que las interrupciones continuas privaron de ese frenesí que constituye un ingrediente esencial para el caldo de las remontadas. Lo intentó pese a ello hasta el final el Real Madrid, con más fe que fundamento. Un remate de cabeza de Rüdiger sobre la bocina pudo significar el empate, pero salió ligeramente desviado. Hubiera sido injusto atendiendo tanto a los méritos del Mallorca, perspicaz en la parte que le tocaba, como a los deméritos del Real Madrid, con la mente nublada y las piernas tiesas.

Se le pone muy difícil la Liga al Madrid.

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