Diario de León

Y la mano de Dios marcó el gol

Maradona pasó a la historia por la acción ilegal más famosa del fútbol al anotar el 1-0 ante Inglaterra en el Mundial de 1986

Publicado por
Martin Schmitt
León

Creado:

Actualizado:

Argentina quedó paralizada. Estupefacta como nunca. En sepulcral silencio, sufriendo por la marcha terrenal de un Maradona que creía inmortal. Ahora será su leyenda, que nació hace tiempo y que cobró más notoriedad durante estos últimos años desordenados y desorientados, lo que le situará como la estrella más fulgurante. Los periódicos argentinos tenían preparado, quizá desde hace décadas, el epitafio del más grande, que despertó amores y odios casi por igual.

Un Diego Armando Maradona al que se le recordará por ese imborrable Mundial de 1986, por levantar la Copa dorada con un equipo más que limitado, por vestirse de barrilete cósmico para desparramar a tanto inglés por los suelos y por ‘la mano de Dios’. Un gol, el primero a Inglaterra, que le describe de pies a cabeza. Un símbolo que será siempre eterno.

Las Malvinas
Argentina vio ese acto ilegal de su héroe como una venganza por aquella guerra inútil

Aquel 22 de julio de 1986, británicos y argentinos buscaban un lugar en semifinales. Y en el minuto 51 de un partido bastante atascado, el de Villa Fiorito cometió quizás la acción más antirreglamentaria de la historia del fútbol, pero que describe la idiosincrasia de un pueblo argentino que sufría en sus huesos todavía la guerra de Las Malvinas como un recuerdo demasiado cercano.

En aquel instante, Jorge Valdano intentó devolver una pared al Diez pero Steve Hodge se anticipó y el rebote fue hacia el portero Peter Shilton. El Pelusa, el argentino más argentino de todos cuando de la selección albiceleste se trataba, fue a buscar el balón sabiendo que el mítico guardameta de Leicester era veinte centímetros más alto. Poco le importaban a Maradona esas minucias. Y saltó como nunca, pero tampoco fue suficiente. Y casi en una acción de reflejo, y sacando a pasear su perfil más canalla, extendió ese brazo izquierdo para dar un pequeño toque al balón, que rodó dentro de la red tranquilamente, incluso con cierta elegancia, para decretar el 1-0. Todo un país se unió entonces en un grito. Maradona, en su festejo, giró en dos ocasiones para ver si el árbitro, un tunecino, Ali Bennaceur, rodeado por ingleses, arruinaba ese momento. Y se salió con la suya. Y con la de todo un pueblo que veía en ese acto ilegal una venganza por aquella guerra inútil.

tracking