Diario de León

Tenis | Roland Garros

Nadal-Djokovic, el desafío

El de Manacor debe superar al serbio para igualar a Federer con 20 Grand Slam y llevarse su decimotercer Roland Garros

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Luis Miguel Pascual | Madrid
León

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Nadal tiene hoy ante sí un nuevo reto, uno más en la carrera de un tenista que ha ido superando a base de tesón todos los obstáculos que se le atribuían y que él ha ido convirtiendo en metas (15.00 horas, emitido por DMAX y Eurosport).

Se le suponía un jugador solo de tierra y ganó todos los Grand Slam y ahora tendrá que hacerlo en condiciones adversas, con temperaturas bajas, elevada humedad en el ambiente y una bola que rebota menos, lo que atenúa la agresividad de los efectos de los trallazos que salen de su brazo izquierdo.

Nadal tiene que volver a ganar con las alas cortadas, como si el destino hubiera querido poner un lastre al español para atenuar su superioridad en Roland Garros.

Pero esa es, justo, su concepción del tenis, aprender, mejorar adaptarse al medio. A falta de poder dominar los elementos, Nadal se ha convertido en el mejor especialista del mundo en navegar por sus recovecos y utilizarlos, siempre que sea posible, a su favor.

Con esa receta, que no ha parado de repetir desde que aterrizó en la otoñal capital francesa, el número 2 del mundo que, venía sólo con tres partidos en sus alforjas tras seis meses de parón por el confinamiento, se ha plantado en la final sin perder un set, cada partido un poco mejor que el anterior, tal y como figuraba en su hoja de ruta inicial.

Palabra de Carlos Moyá
«Rafa ha demostrado que es capaz de adaptarse a todo. Ha ganado en altura, al nivel del mar...»

Y ahora, en ese escalón en el que nunca ha perdido antes un partido, tiene de nuevo que domesticar el entorno contra un rival encantado de que el clima le conceda ventaja, que la bola se eleve menos para que su brazo derecho pueda atajarla antes y convertirla en misiles contra la línea de flotación enemiga.

Ahí reside la esperanza del serbio, que llegó a París con la cicatriz todavía abierta de su descalificación en el Abierto de Estados Unidos, donde le esperaba su 18 Grand Slam que quedó aplazado por un pelotazo extemporáneo a una juez de línea, la única derrota que figura en su casillero en sus 38 duelos de 2020.

Djokovic, asentado en el trono del tenis, seguro de salir número 1 pase lo que pase hoy en la Philippe Chatrier, pelea contra el pasado, contra un rival que le ha ganado 17 de los 24 duelos en tierra batida, 5 de las 8 finales de Grand Slam, 6 de los 7 duelos en Roland Garros.

Eso no valdrá nada cuando hoy salte para disputar su quinta final en París, la tercera contra su «mejor enemigo», en busca de levantar una segunda Copa de Mosqueteros, un aliciente suplementario para su ambición, porque en el banco de Roland Garros es donde menos crédito tiene.

Djokovic cuenta con que el clima le otorgue una oportunidad y poder la gesta de aquel 3 de junio de 2015, cuando aguó el cumpleaños de Nadal propinándole su segunda derrota en el torneo. Antes lo había logrado el sueco Robin Soderling en 2009. Después, nadie más.

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