Diario de León

Nadal, rey de la tierra

El balear avasalla a Ruud en la final de Roland Garros, agiganta su leyenda en París con 14 títulos y suma su 22º Grand Slam, dos más que Federer y Djokovic

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El español Rafael Nadal aseguró que su decimocuarto triunfo en Roland Garros es «la victoria más emocionante y la más inesperada». «Estoy muy contento. Ha sido una quincena inolvidable, cada día he mejorado y he jugado una gran final», dijo el español tras derrotar al noruego Casper Ruud 6-3, 6-3 y 6-0.

Nadal aseguró que tuvo que inyectarse un anestésico en el nervio antes de cada partido, lo que le hacía perder la sensibilidad en el pie, lo que suponía un riesgo de tener otras lesiones.

El español dijo que esa opción la adoptó para jugar Roland Garros, pero señaló que no lo hará para la gira de hierba que llega, pero que se someterá a un nuevo tratamiento para poder afrontarla. «Si funciona continuaré jugando, si no, será otra historia, me plantearé si estoy dispuesto a operarme», dijo el mallorquín, que señaló que esta opción, que no le garantiza recuperar el pie y que le supondría al menos medio año de baja, tendría que pensársela mucho.

«Eso lo tendría que hablar conmigo mismo, con calma, porque sería una decisión de vida, de saber si compensa estar medio año parado, sin seguridad de nada. Tendría que entender mejor las cosas para tomar esa decisión que ahora no estoy preparado para tomar», comentó. «La vida es más importante que otro título. Mi carrera ha sido mi prioridad toda mi vida, pero no está por encima de mi felicidad. Si sigo siendo feliz, seguiré, si no, haré otra cosa», afirmó.

Nadal dijo ser «optimista» sobre ese nuevo tratamiento que le permita seguir compitiendo, aunque también dijo ser consciente de que puede no salir bien, lo que le hace valorar más el trofeo logrado: «Roland Garros es el torneo más importante de mi carrera. No sé si este será el último o cuántos me quedarán, pero el esfuerzo ha merecido la pena».

«Confío en seguir porque estoy en un momento bonito, inesperado a estas alturas de mi carrera. Es un regalo seguir jugando a esta edad. Vamos a hacer las cosas que sean razonablemente posibles para seguir», agregó.

«Estaré en Wimbledon si mi cuerpo está preparado. No quiero faltar, es un torneo que me gusta, he tenido grandes sensaciones allí. Si me preguntas si lo voy a poder jugar, no lo sé, pero si me preguntas si lo quiero ganar, la respuesta es sí», comentó.

La semana que viene se someterá a un tratamiento de inyecciones con radiofrecuencias pulsátiles «que disminuyen la sensación en el pie» sin llegar a anestesiarlo, explicó.

Nadal indicó que buscará seguir compitiendo porque es su pasión, afirmó que «los esfuerzos siempre valen la pena» pero no consideró que su sacrificio para afronta Roland Garros en las mejores condiciones sea «una heroicidad».

«El problema es aceptar es mentalmente todo lo que hay que hacer para jugar sin dolor. Pero he jugado en condiciones buenas. Ha sido un torneo de nivel alto (...) he ganado a cuatro top 10 (...) y cuando tenía que jugar al máximo nivel lo hice, en cuartos contra Djokovic», señaló.

«Han sido dos semanas increíbles. El apoyo del público ha sido difícil de olvidar e igualar, y he disfrutado todo lo que he podido, sabiendo que era una situación límite. He conseguido aislarme y centrarme en el tenis, que por momentos ha sido de buen nivel», afirmó.

Por su parte, rendido por el talento de Rafa Nadal, el noruego Casper Ruud dijo que le contará a sus nietos que jugó una final de Roland Garros contra el campeón español y se admiró de que, aunque los problemas en el pie izquierdo le hacen vulnerable, «sigue jugando bien».

Ruud, que formó parte de la academia que Nadal fundó en su Mallorca natal, elogió a su rival de hoy, que le castigó en la final de la tierra batida parisina 6-3, 6-3 y 6-0, y afirmó no haber encontrado un rival lastrado por los problemas físicos.

«Es verdad que tiene 36 y se está haciendo viejo, como todo el mundo. Prefiero jugar contra él hoy que cuando tenía 22 (...) Su problema en el pie es su talón de Aquiles, le hace vulnerable, y piensas que cualquier cosa puede pasar, como ocurrió con Sasha (torcedura de tobillo de Zverev ante Nadal), pero es increíble cómo se ha olvidado de su pie y sigue jugando muy bien», reconoció el jugador de 23 años.

El noruego recordó los problemas que el español tuvo en el torneo de Roma del pasado mayo ante el canadiense Denis Shapovalov, ante el que cedió inesperadamente a pesar de haber ganado la primera manga.

En su primera final en un grande, Ruud comentó que tuvo dificultad con las bolas con efecto de Nadal, que botaban bastante, y asumió que «ahora es una víctima más a la que Rafa destrozó» en la pista Philippe Chatrier, donde el español ha ganado las 14 finales que ha disputado.

«Esta final la voy a recordar para el resto de mi carrera, la había visto por la tele en los últimos 16, 17 años y ahora verme en una final, es un placer (...) Le podré decir a mis nietos que jugué contra Rafa en la Chatrier», finalizó.

El 5 de junio de 2005, contra Mariano Puerta, Rafa Nadal conquistó su primer Grand Slam, su primer Roland Garros. 17 años después, muy pocas cosas han cambiado. Ya no lleva las mangas cortadas, ni el pantalón pirata habitual en su juventud pero sigue invencible. Ahora es un hombre de 36 años con toda la historia del tenis a sus espaldas. Un tenista que ha desafiado a la lógica, a la medicina y a su propio deporte para cada año superar un registro que era imposible de mejorar.

Era inédito que alguien consiguiera nueve títulos en un mismo Grand Slam. Y diez. Y once. Y doce. Y trece. Y lo será el catorce, hasta que él mismo logre el quince. Y si no lo consigue será insuperable de todos modos, porque lo de Nadal y Roland Garros es la historia más bonita del tenis, el mejor romance nunca escrito. Ese que no tiene final y que vivió un capítulo más este 5 de junio, 17 años después del primero, cuando Nadal venció a Casper Ruud (6-3, 6-3 y 6-0) y logró el decimocuarto título en París y vigésimo segundo Grand Slam en total.

El manacorense mete más ventaja aún a Novak Djokovic y Roger Federer, que se quedan con 20, a dos de distancia de Nadal, y se convierte, además, en el tenista más longevo en conquistar el título en París, superando la marca de su compatriota Andrés Gimeno, que ganó en 1972 con 34 años y diez meses.

Su primer bocado al trofeo llegó minutos antes de que siquiera salieran a la pista los dos contendientes. Mientras el público calentaba, Ruud y Nadal esperaban en el túnel de vestuarios. El noruego, atónito ante la situación, se ajustaba la ropa, los últimos retoques antes de que todas las cámaras le enfrentaran en la tarea que no ha logrado nadie en la historia: Ganar a Nadal una final en Roland Garros. El balear, por su parte, estaba ya como una locomotora. De arriba a abajo del pasillo, pegando saltos, sprints. La mirada del noruego era la misma expresión de terror que la de un aficionado en una plaza de toros al ver al animal desatado.

Y cualquier esperanza que tuviera el noruego de que eso solo fuera fachada desapareció en cuanto empezó el encuentro. Nadal, con un ojo en el cielo, ante la amenaza de una lluvia que nunca llegó, destapó su torrente de tenis contra un Ruud apretado contra el fondo de la pista y constantemente castigado en su revés, su golpe más débil.

El español, perfecto en la táctica, le empujó hacia ese golpe y apenas le dejó conectar la derecha, donde más habilidoso es el de Oslo. Los juegos empezaron a caer y Ruud solo volvió a engancharse tras un juego de Nadal con dos dobles faltas y otros dos errores groseros.

Pero en tierra batida los ‘breaks’ son normales y a Nadal no les despistó ni la rotura que sufrió en el primer set, cerrado por un contundente 6-3, ni la que le colocó 1-3 abajo en el segundo. Ruud, con saque para el 1-4, avistó lo que no ha pasado casi nunca en la historia. Nadal solo ha perdido siete sets en las trece finales que ha jugado en París. Y ni con la ventaja de Ruud llegó el octavo.

Nadal ganó los cinco juegos siguientes, se apuntó el segundo set por 6-3 y no cedió un solo juego más. El tercer set fue la demostración de que si Ruud tenía alguna posibilidad de ganar este partido era mucho más que remota, que ganar a Nadal en Roland Garros está a la altura de muy pocos y que la historia de este domingo iba sobre el decimocuarto título del español, no del primero suyo. «Soy solo una víctima más, muchos otros han sufrido lo que yo antes», admitió Ruud.

Tercer rosco en una final Con un revés a la línea, Nadal certificó su tercer ‘rosco’ en una final de Roland Garros, tras el que le metió a Federer en 2008 y el que le clavó a Djokovic en 2020, y sumó un título más al mejor palmarés en los grandes de la historia de este deporte. Catorce Roland Garros, dos Wimbledon, dos Abiertos de Australia y cuatro Abiertos de los Estados Unidos. Con 22 grandes, no solo se distancia de Federer y Djokovic, también iguala los 22 títulos de Steffi Graf y se queda a uno de Serena Williams, que tiene 23, y a dos de Margaret Court, que sumó 24.

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