Diario de León

Del paseo de Salamanca a la Ruta de la Seda en moto

El aventurero leonés Jesús Nieto cruza Turquía para entrar en Georgia antes de profundizar en Rusia

Jesús Nieto posa delante de la iglesia de la Trinidad de Guergueti, situada en un enclave privilegiado de las montañas del Cáucaso. DL

Jesús Nieto posa delante de la iglesia de la Trinidad de Guergueti, situada en un enclave privilegiado de las montañas del Cáucaso. DL

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Jesús Nieto relata a Diario de León su nueva aventura a lomos de su moto: «Cruzaremos Europa por el sur hasta Turquía y luego Georgia. Esta parte del viaje será tranquila porque ya conocemos toda la zona de otros años. Una vez en Georgia la intención es cruzar a Rusia por Chechenia y subir hacia Kazajistán. Bordearemos el mar Caspio e iremos hacia Uzbekistán para visitar las tres míticas ciudades de la ruta de la seda: Khiva, Bujara y Samarcanda. Después cruzaremos a Tajikistan y tras solicitar un permiso especial trataremos de recorrer la carretera del Pamir, bordeando las fronteras de Afganistán, Pakistán y China», resume el Willy Fog leonés.

A continuación, Nieto cuenta los primeros días de su nueva experiencia: «El viaje comenzó el pasado lunes 22 de mayo a primera hora con la ya tradicional visita de despedida a la Catedral de León, para que nos diera suerte. Los primeros cuatro días transcurrieron con normalidad, cruzando la península hasta Barcelona y una vez allí coger un ferry hasta Italia, cruzar Italia también y volver en otro barco que nos llevó a Albania. Ese mismo día cruzamos dicho país junto con Macedonia para acabar en Sofía, Bulgaria. Tras estas primeras jornadas de divertida conducción por secundarias, tengo la mala suerte de torcerme el tobillo bajando una pequeña escalera en el hotel», señala Jesús Nieto.

El siguiente episodio
«Astracán es donde estamos ahora antes de entrar en Kazajistán. Ahí arranca la segunda etapa»

«Una vez recuperado, el domingo 28 de mayo continuamos hacia Estambul. Aprovechamos para hacer una visita rápida a esta gran ciudad y al día siguiente cruzamos el puente sobre el Bosforo y nos recibió un gran cartel que nos da la bienvenida a Asia. Tardamos dos días más en cruzar toda Turquía, mientras fuertes tormentas cayeron ocasionalmente dejando la carretera tan anegada que conducir fue peligroso. Finalmente, llegamos a la frontera con Georgia y cruzamos sin mayor problema para descansar en Batumi, segunda ciudad del país. Nuestro próximo destino lo fiamos en el pueblo más cercano a la frontera con Rusia, Stepantsminda. Después de visitar Georgia en 2015, no noté muchos cambios en los últimos años y es uno de los países que conozco donde más cuidado tienes que tener con los animales sueltos en cualquier tipo de carretera. Es fácil encontrarse desde infinitud de perros que corren tras de ti hasta ovejas, cerdos y, sobre todo vacas que por algún motivo tienen especial predilección por la hierba que crece en las medianas de la autovía que cruza el país. La prueba del peligro es que aproximadamente un tercio de los coches que te cruzas tienen el morro destrozado de encontronazos con animales. Ya en el destino aprovechamos para visitar la iglesia de la Trinidad de Guergueti, situada en un enclave privilegiado de las montañas del Cáucaso», indica.

«Al día siguiente salimos a primera hora hacia la frontera ya que por experiencia sabemos que en previsión de posibles contratiempos siempre conviene ir pronto. Tan sólo 12 kilómetros entre nuestro hotel y la frontera en su parte georgiana y al parar en la cola para salir del país descubrimos que mi moto pierde refrigerante. Son las 8 de la mañana y empieza bien el día. Aparco la moto junto a unos camiones y me pongo manos a la obra. Tras desmontar media moto consigo localizar y cerrar la fuga con unas abrazaderas. Aunque necesito volver a llenar el depósito del refrigerante la moto funciona y pasamos dos horas perdidos. Así que cruzamos la parte georgiana y nos dispusimos a entrar en Rusia. Entonces empezó un calvario en el que se juntaron la corrupción, la incompetencia, la desidia y la burocracia absurda de unos funcionarios de aduanas rusos que nos tuvieron diez horas de pie mirando ventanillas y entregando papeles que te descartan por cualquier detalle obligándote a volver a empezar. Obviamente esto se arregla rápido introduciendo un billete en el bolsillo de alguno de los militares que pululan por allí, pero también te puede acarrear muchos problemas y sin conocer el idioma es muy arriesgado. Finalmente nos dieron los documentos de importación temporal de las motos y ya de noche entramos en la República de Osetia del Norte, Rusia. Descartamos dormir en Grozni y nos fuimos a buscar un hotel en la cercana ciudad de Vladikavkaz con tan mala suerte de que a apenas cinco kilómetros de llegar descargó una granizada que nos dejó empapados, la mejor forma de terminar un día nefasto. Al día siguiente visitamos Grozni, por fin, feudo del temible líder checheno Kadirov. La ciudad en sí está preciosa, casi todo está nuevo ya quedó destruida en gran parte tras la segunda guerra chechena. Da una sensación de seguridad muy buena y la gente es realmente amable. Ha sido un acierto visitar esta ciudad. Después a media tarde nos dirigimos a Astracán que es donde estamos ahora antes de entrar en Kazajistán. Ahí comienza la segunda etapa del viaje, que seguiremos contando en la próxima entrega de esta singular aventura, concluye Jesús Nieto.

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