De plata olímpica a psicólogo

En 1984 protagonizó junto a sus otros 11 compañeros de fatigas en la selección una de las gestas más importantes del baloncesto español, subirse al segundo peldaño del podio en los Juegos de Los Ángeles tras acabar segundos sólo superados por una Estados Unidos capitaneada por Jordan, Mullin y Ewing. Hoy en día, 26 años más tarde sigue vinculado al deporte, y en el club donde mayores glorias vivió, el Real Madrid, como responsable en el área de psicología.

José Manuel Beirán sigue pensando en baloncesto, aunque atrás quedan esos años de jugador al más alto nivel para un leonés que como cuentan los que le conocen, nació con un balón bajo el brazo. Los que admiraron su calidad y dotes innatas para este deporte en las pistas aseguran también que nada tenía que envidiar a los Epi, José María «Matraco» Margall o Iturriaga, los cabezas visibles de una generación, la de finales de los 50, que se ha convertido en el germen de lo que hoy es la de los Gasol, Navarro y Calderón. El instituto Padre Isla fue el primer equipo en el que Beirán demostró su habilidad para la canasta. El equipo de la OJE en Tercera División el segundo antes de dar el salto a un grande. A casi 330 kilómetros de su ciudad José Manuel lograba hacerse un hueco en el Real Madrid. Primero en juveniles y después en el Vallehermoso y Valladolid para regresar al club con el que vivió sus mejores etapas. Una lesión grave que propició su cesión al Inmobanco le permitió regresar con más fuerza a un equipo con el que logró levantar tres copas de la liga, una de España y otra de Europa. Fue antes de completar sus últimos años en el Caja Madrid, Forum y Tenerife cuando iniciaba sus estudios de psicología que a la postre le valieron para labrarse un futuro tras abandonar las canchas. También hizo sus pinitos en la carrera de arte aunque fue precisamente su pasión por el baloncesto la que le hizo decantarse por psicología ampliando incluso sus conocimientos en la rama deportiva. Hace nueve años el Real Madrid llamaba nuevamente a sus puertas como había hecho a principios de los setenta. Aunque en este caso no era para jugar a pesar de que como siempre ha reconocido y mostrado como integrante de la sección de veteranos del club blanco que su buena mano aún la conserva. En este caso era para formar parte del departamento de psicología por el que pasan diariamente jugadores tanto de fútbol (salvo los del primer equipo) y baloncesto. Si como jugador Beirán demostró unas dotes de tirador especiales, también lo hace en la actualidad tratando también a tenistas, atletas...

Eso sí, desde Madrid, la ciudad que le adoptó hace años, su mirada también se dirige a León, la tierra a la que regresa cada vez que puede «para ver al equipo de mi ciudad y también a mi gente. Ser leonés se lleva en la sangre y la mía, además de blanca por el Madrid, también lo es de una tierra que me vio nacer y crecer como persona».