Diario de León

El prior de La Virgen que bendijo a Rafa Nadal

El sacerdote leonés Manuel Gutiérrez, prior de los Dominicos, fue amigo íntimo del abuelo del tenista balear «No recuerdo si bauticé a Rafa, pero lo que sí hice fue inscribirle en el registro»  

Manuel Gutiérrez, prior de los Dominicos. MARCIANO PÉREZ

Manuel Gutiérrez, prior de los Dominicos. MARCIANO PÉREZ

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«El abuelo de Rafa Nadal y yo nos hicimos muy amigos cuando estuve destinado en Manacor —a mediados de los años 60—. Conocí mucho a su familia y de hecho el tenista se llama así en honor a él», confiesa el padre Manuel Gutiérrez Bandera, actual prior de los Dominicos de la Virgen del Camino y muy posiblemente el sacerdote que bautizó al 21 veces campeón de un Grand Slam. «No me atrevo a asegurarlo al cien por cien porque de aquella bautizábamos a muchos recién nacidos pero sí que le inscribí en el registro».

El dominico leonés completó sus estudios entre Barcelona y Valencia aunque, tiempo después, su primer destino sería la ciudad que vio nacer al desde el pasado domingo considerado como mejor tenista de todos los tiempos. «Llegué allí en octubre de 1965 y ya entonces había una gran afición al tenis. Tenía 24 años y pronto  me enseñaron a jugar. Lo practiqué bastante durante tiempo».

Su relación con Rafael Nadal  se forjó al abrigo de la música que tanto amó y practicó el también padre de Sebastián, Toni y Miguel Ángel Nadal —padre y tíos de Rafa—. «Era el director de la Banda Municipal de Manacor y de la Capella. Organizaba muchos conciertos —sobre todo en verano— y solían hacerlos en nuestra iglesia porque la sonoridad era perfecta gracias a su bóveda de cañón». 

«La familia de Rafa Nadal es gente muy discreta y constante, han tenido que luchar mucho»

«Fíjate si le tenía enorme aprecio —prosigue— que le permití hacer el concierto de Carmina Burana dentro del templo, que no se trataba de una obra muy bien vista en la época como para interpretarse dentro de un templo religioso, pero le expliqué al obispo que era una cosa cultural y me dio permiso». El abuelo de Rafa —que falleció en 2015— «fue un emprendedor y un amante empedernido de la cultura. Como te decía antes, en Manacor hay costumbre de que el primer hijo de un matrimonio debe llevar el nombre del abuelo paterno y, si es niña, el de la abuela».

Pese a que hace ya tiempo que no regresa a las Baleares —sobre todo desde que la pandemia de covid paralizara el mundo en 2020— el padre Manuel mantiene contacto estrecho con la familia de Rafa, también con la rama materna. «Son gente muy buena». A su padre y sus tíos los vio por primera vez cuando apenas eran unos chavales. «Tendrían entre 13 y 18 años. Eran muy futboleros y sobre todo muy deportistas. Quizá el padre de Nadal el que menos», remarca.

«Rafa se llama así en honor a su abuelo, con quien tuve la suerte de mantener una enorme amistad"

Si tuviera que resumir en pocas palabras cómo son los Nadal  Parera, el dominico no duda al destacar su humildad. «Son gente muy discreta y constante, una familia típicamente mayorquina que, al ser una sociedad aislada, han tenido que luchar mucho». De sus últimas veces en Manacor, el padre Manuel tuvo la oportunidad de empaparse a fondo del proyecto tenístico que Rafa ha puesto en marcha. «Estuve en la academia de tenis y es impresionante. Han creado una verdadera universidad. Tienen alumnos de todas partes del mundo. Creo que quien la gestiona es su mujer, Xisca, que también conozco a familiares suyos porque fui párroco y arcipreste de la zona durante una buena temporada», subraya.

La final de Australia

A pesar de que le apasiona el tenis, el prior no quiso ver la final del Abierto de Australia. Sufre mucho, admite. «Sé que ganó porque aquí son muy seguidores. Me alegré mucho por él. Con su abuelo llegué a tener una amistad muy grande. Fue muy emprendedor y eso a veces en sociedades pequeñas no se entiende del todo. Era puro nervio como lo es su nieto Rafa. De hecho cuando le veo jugar me parece estar volviendo a ver a su abuelo", admite el sacerdote leonés. 

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