Diario de León

El Reino de León dicta sentencia a la Cultural

La afición se manifiesta en la despedida tras una pésima temporada El Zamora necesita ganar en busca del play off

La Cultural se despide hoy de su afición en el último partido de la temporada. MARCIANO PÉREZ

La Cultural se despide hoy de su afición en el último partido de la temporada. MARCIANO PÉREZ

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El objetivo de esta temporada de meterse en play off y después subir a Segunda División ya es imposible. Es tiempo para analizar el fracaso de la Cultural y sus principales responsables. Hoy, con motivo del último partido de Liga frente al Zamora, a partir de las 12.00 horas, la afición culturalista tomará la palabra para manifestar su disgusto y decepción en las gradas del Reino de León, que volverá a presentar un aforo limitado a causa del coronavirus.

Felipe Llamazares junto al director deportivo que contrató, Ricardo Pozo, son los principales responsables de un nuevo fracaso deportivo y también económico de la Cultural. Tres entrenadores en una temporada clave para retornar a Segunda División, sin experiencia en Segunda División B. Primero David Cabello. A continuación Íñigo Idiakez. Y finalmente echaron mano del técnico del filial, Ramón González, un preparador al que se le debió dar plena confianza mucho antes, porque se ha demostrado que buscaron entrenadores de menor nivel del que ya había en la casa desde hace muchos años.

La plantilla ha sido la otra gran responsable de la situación que ahora mismo vive la Cultural y el culturalismo. Al final, los jugadores son siempre los que saltan al terreno de juego y deciden los partidos. En este caso, el plantel culturalista no ha rendido de acuerdo a sus posibilidades.

El equipo leonés continuará un año más en Segunda División B, aunque mal denominada Segunda B Pro en un principio y después Primera RFEF. La Federación prometía dar 2 millones de euros a los clubes y definitivamente serán 300.000 euros. Será otra Segunda División B con menos equipos y más gastos por desplazamiento. Y de categoría profesional, lo justo. La mayoría de los futbolistas de las plantillas no serán considerados profesionales y no existirá un salario mínimo. Se denominó Segunda B Pro, pero la Federación rectificó a Primera RFEF, después de prometer y definitivamente no dar.

Una temporada para el olvido. Un fracaso en toda regla, pese a que se intenta maquillar con la Pro.

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