Diario de León

Balonmano | Liga Asobal

Logroño da un baño de realidad al Ademar (34-38)

Los de Cadenas, de nuevo con una defensa nula y demasiadas pérdidas, suman su primera decepción de la Liga

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Un 'dèjá vú'. Eso es lo que vivieron los cerca de 2.400 aficionados que arroparon al Abanca Ademar en su estreno liguero de la temporada en casa (34-38). David Fernández y Juan Castro al margen, las malas sensaciones transmitidas por los de Manolo Cadenas a lo largo de casi toda la campaña anterior se repitieron contra el BM Logroño con alarmante similitud de principio a fin, incluido el amago de remontada que, como casi siempre, esconde más de corazón que de un equipo con los conceptos claros. La retaguardia —otra vez— se tornó un dolor de cabeza constante para un conjunto leonés sobrado de talento anotador, pero al que le falta un defensa —o más bien dos— corpulento como el comer. «Un tío grande de primera línea», que decía a este periódico el pasado jueves el técnico de Valdevimbre. Sin esa pieza va a costar mucho que el objetivo de acostarse segundos al final de temporada —o cuando menos entre los que obtienen billete europeo— se antoje si quiera posible. Por lo visto hasta ahora —triunfo en Guadalajara incluido— suena a filfa de las gordas. 

La derrota no se explica por falta de actitud. Eso no se les puede achacar a los ademaristas, que vuelven, eso sí, a cometer demasiadas pérdidas y errores en momentos importantes del partido. Es un problema de asimilar conceptos, de ausencia absoluta de referentes defensivos y de un nuevo ‘quiero y no puedo’ a la hora de reconstruir la plantilla en el mercado estival. Si además le sumas la pésima aportación de los porteros —puede que Saeid suba el nivel si es que termina de llegar algún día— el resultado no extraña y menos contra un miura como Logroño.

El partido empezó vibrante, con velocidad en las contras y ganas de agradar a una parroquia local deseosa de volver a creer en su equipo. Ademar reaccionó al 0-1 inicial de los riojanos metiendo su marcha favorita (1-3) —la del ataque por los extremos—. Pero pronto se atascaron sin que Cadenas pidiese un tiempo muerto en toda la primera mitad pese a que los ayer visitantes ampliaban su ventaja hasta un +4 alarmante y sus pupilos parecían desconcertados por momentos. Sólo David Fernández encontró el camino del gol con algo de claridad, porque ni los extremos, ni la conexión con el pivote funcionaron. 

Si a la mala defensa del Ademar le sumas una portería que no da ese plus necesario cuando el intercambio de golpes es constante, la desconfianza empieza a extenderse como un virus en pleno otoño entre todos los jugadores. Hasta Antonio Martínez falló sus únicos dos disparos del primer acto. Uno desde los siete metros. Rivero aprovechó el desconcierto local para relanzar a La Rioja que, de verse dos abajo, se colocaba con un +4 duro, aunque nada injusto. Debutó en el minuto 20 Zapico, sin balones para demostrar de qué pasta está hecho el joven extremo derecho recién fichado. Ni Santista ni Tiago recibieron un solo pase, mérito de la férrea defensa de los visitantes y demérito de un Ademar falto de ideas.

El paso por vestuarios, lejos de calmar las aguas, dejó la máxima de Logroño en un +6 nada prometedor en apenas 5 minutos. Entre quejas arbitrales, errores en los pases y una defensa inexistente, el Abanca Ademar comenzaba a tirar por tierra un triunfo que se empezó a esfumar muy pronto. Y con las prisas ya se sabe, lo más probable es que caigas en una espiral de locura donde de poco vale dominar el área de ataque. En 45 minutos de duelo el Abanca Ademar ya había encajado 30 goles. Poco más se puede decir ante eso. Las rotaciones que no ayudaban a los ademaristas —con poco de Virbauskas, Tiago y Boskos— sentaron de maravilla a un conjunto riojano mejor compactado en todas sus líneas. Ni siquiera necesitó un balonmano sublime para descoser a un Ademar desquiciado por momentos.

A doce para el final Logroño mandaba 27-32. Santista, a falta de pases made in Malasinskas —cuanto se tiene que estar acordando el brasileño de su gran socio— marcaba desde su campo para pedir después apoyo al respetable, que ayudaba como podía protestando casi cada decisión arbitral.

Remontada que se frustró

Quedaban 10 minutos aún por delante y la renta riojana se redujo a un +3 (30-33) que daba cierto chance a una traca final leonesa digna de las grandes tardes de antaño. La defensa no mejoraba, pero los nervios de La Rioja ayudaron a bajar su efectividad en ataque. El partido requería cabeza y efectividad y David Fernández puso un mucho de ambas recetas. Locura total con el 33-34 del de Pucela en el 54. La afición del Ademar demostró una vez más por qué es la mejor de España. Su presión fue una constante. Una caldera. Pero la tormenta no fue perfecta y la realidad se impuso a cualquier gesta.

 

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