Diario de León

El silencio se rompe a gritos de "¡Animo, Lola!"

Los miembros del dispositivo de búsqueda de la medallista olímpica asumieron con dolor el hallazgo de su cadáver

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Publicado por
J.L. ÁLVAREZ | CERCEDILLA
León

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Desde el primero al último integrante del dispositivo de búsqueda, ninguno había perdido la esperanza de encontrar a  Blanca  con vida después de más de una semana desaparecida. La noticia del hallazgo del cadáver llegó al campo base poco antes de la una de la tarde. Hacía 30 minutos que los responsables de la investigación y búsqueda habían comparecido ante los medios de comunicación para informar sobre los planes previstos para la siguiente jornada. Allí, un día más, el tercero consecutivo, en Las Dehesas de Cercedilla, en el Valle de la Fuenfría, se agolpaban miembros del operativo, periodistas, vecinos y amigos aún esperanzados.

La primera señal de que algo había ocurrido fueron los acelerones y arrancadas de los vehículos policiales. La salida de estos coincidió con el regreso de los familiares de  Blanca  al campamento base, tras participar en la batida matinal. Los agentes no tardaron en comunicarles la terrible noticia.

Abrazos, dolor, manos a la cabeza, carreras... Todo delataba a los informadores, que estaban ajenos a lo ocurrido, de que el peor de los augurios se había hecho realidad. El silencio, sólo roto por las crónicas en directo de los periodistas para radio y televisión, se adueñó de este paraje natural. Se escuchaba hasta el sonido del viento en los árboles.

Poco a poco fueron regresando los efectivos de búsqueda y llegando familiares y amigos de la fallecida. Los hermanos y los hijos de  Blanca  fueron informados oficialmente en el centro de mando del dispositivo, tras lo cual se decidió acomodarlos en el hotel rural que hay al otro lado de la carretera. Allí iban a ser atendidos, en caso de necesitarlo, por médicos del Summa.

Los representantes de los medios de comunicación, que tuvieron que apartarse para que pasase la familia, rompieron el terrible momento a gritos de "¡Animo, Lola!". Dolores Fernández Ochoa respondió con una mirada de agradecimiento que lo decía todo.  Blanca , que amaba estas montañas como nadie, había muerto en ellas. Unas cumbres que conocía como la palma de su mano.

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