Diario de León

Fútbol

La Superliga ‘muere’ en dos días

Anunciada por 12 de los clubes más grandes del fútbol europeo liderados por Florentino Pérez para cambiar el orden establecido, ha derivado en un ridículo y el triunfo de la Uefa

Los jugadores del Levante lucen una camiseta en la que se puede leer la oposición a la Superliga. BRUQUE

Los jugadores del Levante lucen una camiseta en la que se puede leer la oposición a la Superliga. BRUQUE

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El megaproyecto que se gestó durante seis años y amenazaba con dar un vuelco al orden establecido del fútbol europeo, ha muerto con apenas dos días de vida. La Superliga anunciada el lunes a bombo y platillo por doce clubes europeos poderosos, presididos por Florentino Pérez, ha derivado en un ridículo histórico que celebran aficionados, jugadores, entrenadores, federaciones, ligas nacionales, gobiernos y hasta la Unión Europea.

Andrea Agnelli, mandamás de la Juventus, dueño de la Fiat y brazo derecho del alto dirigente del Real Madrid en la Superliga, certificó oficiosamente la defunción del proyecto tras la retirada en bloque de los seis equipos ingleses. «Para ser franco y honesto, evidentemente no se puede hacer un torneo con solo seis equipos», afirmó. A esas horas, todavía no habían renunciado el Atlético de Madrid, Inter, Milan y la propia Juventus, que se apearon del tren ayer por la mañana. La postura del máximo dirigente de la ‘vecchia signora’ giró 180º después de reiterar en La Reppublica la intención de seguir adelante con el plan pese a las dificultades. «Hay un pacto de sangre. El proyecto tiene un cien por cien de probabilidad de éxito, es perfectamente legal»

En un vuelco de los acontecimientos tan dramático como fue su entrada en escena, esta competición privada imaginada por grandes clubes disidentes para suplantar a la Liga de Campeones, que en 1992 sustituyó a su vez a la Copa de Europa, se ha visto despojada por completo de contenido tras la retirada sucesiva de sus fundadores.

Estos clubes pensaron que podían convencer al mundo del fútbol ofreciendo más partidos de alto nivel y aspiraban a obtener ingresos colosales al conseguir una plaza permanente en una competición prácticamente inaccesible para el resto de equipos europeos, con 15 de los 20 miembros siempre clasificados. En un comunicado hecho público a las dos de la madrugada, tras una reunión de urgencia, la Superliga todavía anunciaba su intención de ‘remodelar’ el proyecto, sin precisar cómo. Todo ello después de que la propuesta fuera recibida con un clamor general en su contra, que finalmente dio sus frutos en Inglaterra. A la espera de lo que ocurra con este malogrado proyecto, este rocambolesco episodio coloca a partir de ahora al fútbol europeo ante las enormes disensiones existentes entre los clubes ricos sedientos de beneficios y la necesidad para el resto de mantener una forma de equidad basada en los méritos deportivos.

¿Serán castigados los separatistas por lanzar semejante desafío? ¿Se mantendrá la reforma de la Liga de Campeones de 2024, adoptada el lunes por la Uefa, pese a que no parecía satisfacerles lo suficiente, y ser criticada por ciertos aficionados por ser incomprensible? La Uefa tendrá que abordar estas cuestiones, a pesar de que en los últimos años se ha relajado con los grandes.

Como puso de relieve Gerard Piqué, buque insignia del Barça, «más que nunca, ha sido el triunfo de los aficionados». Una victoria del fútbol popular frente a los grandes propietarios y accionistas, simbolizada por los cientos de aficionados de clubes ingleses que se manifestaron el martes para mostrar su rechazo en los exteriores del estadio Stamford Bridge del Chelsea, en Londres, ya que no pudieron hacerlo en las gradas por la pandemia.

También es un triunfo, más relativo, para los organismos rectores del fútbol, cuyas amenazas de represalias han terminado por disuadir a algunos clubes rebeldes, esas «serpientes», «guiadas únicamente por la codicia», empleando las propias palabras del presidente de la Uefa, Aleksander Ceferin.

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