Un ejemplo en la derrota

Las Guerreras dieron en Japón una lección que no puede pasar desapercibida. Tenían el oro en la mano, pero en la última jugada, tan polémica como discutida, lo perdieron de golpe. Sin tiempo para reaccionar. Las árbitras decretaron con apenas seis segundos por delante el castigo más duro posible. Exclusión y siete metros. El gol de Países Bajos ahogó las esperanzas de España, que mostró su frustración, pero desde el respeto. Ninguna de las jugadoras perdió los nervios, a pesar de la rabia que masticaban por una decisión sorprendente, que ni si quiera estuvo apoyada en el videoarbitraje. Ni un insulto. Ni acusaciones veladas de robo. Ni tanganas. Tampoco hubo malas caras. Parecido al fútbol. Las Guerreras dieron ejemplo en el peor momento del campeonato, cuando las declaraciones salen desde el estómago y es fácil meter la pata. Media hora después celebraban en el podio una medalla de plata histórica. Y lo hacían con una sonrisa contagiosa. Esta selección ya es leyenda del balonmano español y merece que los focos que apuntan hacia ella los últimos días no se apaguen nunca. Seguro que las niñas y niños que estaban en Barajas lo agradecen. No se me ocurre un referente mejor.