El manjar de la montaña

Es exquisita y tiene todo el sabor de los pastos de las montañas leonesas. Es la carne de caballo hispano-bretón. Una raza elogiada a lo largo de los tiempos y que pretende convertirse en un elemento de desarrollo rural y la combinación perfecta del turismo con la gastronomía. Sin embargo, no está exenta de peculiaridades. Los caballos criados en los prados y montes de Babia, Luna, Omaña, Laciana, Riaño o Lillo tienen una característica muy especial. Sólo se dedican a carne, de gran valor gastronómico. Pero no es la única. Sólo dos carnicerías de la capital leonesa venden su entrecot, su chuletón o su morcillo, así como nuevos productos elaborados con esta carne. El resto va a parar a Navarra o a Valencia así como a otros países del extranjero.

Paseando por estas zonas de la montaña es fácil verlos pastar y cómo sus ganaderos los miman porque saben que su carne es casi única. Sin embargo no consigue llegar dónde lo han hecho otros productos de León. Por eso y para intentar lograr su uniformidad, un grupo de ganaderos se ha unido para crear una asociación que permita prosperar. No será fácil.

En este sector es el comprador el que pone el precio de cada animal mientras los ganaderos ven como baja año tras año y las subvenciones casi desaparecen. Además, el hecho de que se venda en vivo a cuadras y mataderos hace que en muchas ocasiones se desconozca su destino final.

Sin embargo, y a pesar de todas estas dificultades, mantienen la ilusión por seguir, por ofrecer una carne de textura y sabor excepcional que ya es recomendada por los médicos como una de las más sanas y la que más aporte de hierro tiene.

En un momento como este, los ganaderos que crían esta raza con destino al consumo piden el apoyo de las administraciones para garantizar su viabilidad y evitar que desaparezca y, con ello, se frene otro intento más por desarrollar una de las zonas más bonitas de la provincia de León.