Identidad y carácter

N o va a dar un paso en falso Tampesta en su reinterpretación como proyecto vitícola, ahora bajo la dirección de Andrés Marcos Santiago. Lo tiene todo para salir adelante desde el sólido posicionamiento que se sustenta en un excelente viñedo propio, criterios enológicos perfectamente definidos a partir del profundo conocimiento de las dos variedades con las que trabaja, una soberbia imagen del producto y la voluntad inquebrantable por parte de quien lidera el proyecto de posicionar la bodega en cabeza entre las de la Denominación de Origen Tierra de León.

Dieciocho hectáreas de viñedo ordenado y ya muy consolidado —e incluso corregido con el injertado de dos hectáreas de Albarín, variedad de la que también se hará nueva plantación— son la base de elaboración sobre la que trabaja Tampesta. Uva más que suficiente, lo que le permite seleccionar la mejor y asegurarse una excelente calidad general, aunque la diferenciación la aporta la procedente de la más singular de sus fincas, Golán, mencionada así, incluso en la referencia comercial de sus mejores vinos, por su notable altitud, frescura y el carácter pedregoso del suelo. El rosado de mayor volumen lleva el nombre de la bodega y acaba de presentarse al mercado desde la cita tradicional de la Feria de Febrero, en Valencia de Don Juan. Joven, afrutado, fácil de beber, con una punta de acidez que acentúa su frescura y, en su añada de 2016, con un contenido grado alcohólico que universaliza su consumo. El otro rosado, Golán , es un madreado con entre cuatro y cinco meses de barrica que explora un nicho de mercado más elitista y marca un camino a seguir de enorme interés para la variedad.

De momento, los tintos pasan todos por madera. En ese sentido, la apuesta de la bodega fue audaz y generosa en la selección de roble, tanto por tipicidad como por número de barricas. «El Prieto Picudo necesita mucho tiempo para ser domado y nuestra idea de futuro es ir a un largo recorrido temporal. Estamos probando vinos extraordinarios con hasta 50 meses de barrica, aunque eso es difícilmente soportable para las economías de las bodegas», explica el enólogo Luis Buitrón, a quien sobre todo fascina la Albarín, una variedad «alucinante, muy compensada en acidez y grado, que tiene unos parámetros espectaculares y es diferente a todas las demás blancas». Es, por esa razón, una de las grandes apuestas de la bodega y por la que recibió el más importante de sus reconocimientos: mejor blanco fermentado en barrica en el concurso Cepa de España.