Diario de León

De viaje a

La antigua

Para los amantes del arte, en la iglesia parroquial de La Antigua se pueden admirar sus pinturas, lo mismo que en la de Grajal, que cuenta con un importante artesonado que merece una visita En este rincón del Páramo leonés se respira calma y tranquilidad. La vida aquí discurre más lenta, mientras la agricultura y la fábrica La Balinesa suponen el motor económico de un municipio al que dan vida sus cerca de 300 habitantes

Cinco pueblos componen el municipio de La Antigua, que como sucede en la mayoría del mundo rural, sufre desde hace años los efectos de la despoblación.

Cinco pueblos componen el municipio de La Antigua, que como sucede en la mayoría del mundo rural, sufre desde hace años los efectos de la despoblación.

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a. gil
León

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C inco núcleos de población dan forma a La Antigua, un municipio del Páramo leonés al que separan de la capital de la provincia alrededor de cincuenta kilómetros. Además del que toma su nombre, el municipio lo componen Audanzas del Valle, Cazanuecos, Grajal de Ribera y Ribera de la Polvorosa. Un rincón que tiene en la agricultura su forma de vida desde tiempos remotos y a su desarrollo han contribuido de manera importante los arroyos y los ríos menores que riegan estas tierras.

Aquí ronda los 300 el número de vecinos. La población ha ido disminuyendo con el paso de los años, al mismo tiempo que aumentaba la edad de la misma. Nada nuevo en el mundo rural desde hace ya demasiado tiempo. Sin embargo, esta realidad se transforma, para bien, durante los meses de verano. Como en muchos pueblos de la provincia, La Antigua ve aumentar su población de manera importante en los meses de julio, agosto y septiembre.

Aquí regresan los familiares y también antiguos vecinos que no quieren perderse la época de mayor bullicio del año. Justo es entonces cuando tienen lugar las fiestas, Degustaciones, juegos, espectáculos musicales y citas deportivas se convierten en protagonistas los días 8 y 9 de septiembre en honor a la natividad de María.

En este municipio se respira calma y tranquilidad, pero también mucha tradición, lo que le convierte en una buena elección turística para los amantes de la ‘slow life’. No hay mucha naturaleza, pero La Antigua también tiene su encanto. Lo saben bien quienes la conocen. Sus campos y sus caminos sin asfaltar muestran de cerca al visitante su peculiar fauna y flora y, si hay suerte, se pueden avistar avutardas, si bien no hay rutas preparadas o senderos señalizados.

El embalse de Barrios de Luna riega con sus aguas la parte más alta del municipio, mientras que la zona más baja se dedica al cultivo en régimen de secano.

Todos sus regadíos han sido modernizados a tiempo, lo que ha supuesto un importante ahorro de agua, una adaptación a los nuevos tiempos y también un aporte a destacar para la economía local.

Tiene La Antigua algo más que agricultura, pues en su territorio se asienta La Balinesa, una empresa de ahumados y semiconservas que llegó par dar más vida al municipio y que tiene mucho prestigio a nivel nacional. Famosa por sus salmones ahumados y porque sigue los procesos de elaboración de antaño, La Balinesa no ha renunciado a las nuevas tecnologías ni a los más estrictos controles de calidad.

Pero como no todo es economía, conviene dejar espacio también al disfrute. Para los amantes del arte, este rincón de la provincia ofrece también algo que visitar. En la iglesia parroquial de La Antigua se pueden admirar sus pinturas, lo mismo que en la de Grajal, que cuenta con un importante artesonado. Ambas construcciones dan fe de la religiosidad y el respeto a las tradiciones de buena parte de los vecinos.

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