Diario de León

De viaje a Puebla de Lillo

La Cervatina, Picos de Mampodre o Entrevados son tres rutas señalizadas en el municipio montañés que permiten adentrarse en una rica naturaleza que realza el vigor de los picos y en la que se pueden observar multitud de animales salvajes.

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Puebla de Lillo es un municipio con unas características excepcionales. Un enclave mágico que permite apreciar la naturaleza, el encanto de sus casas de piedra y una gran oferta de posibilidades para todos aquellos que quieren sentir la montaña y todas sus maravillas. Del esquí en invierno a rutas espectaculares por frondosas veredas por las que serpentean o saltan los cursos del agua el resto del año.

Perderse en primavera por los todos sus recorridos, preparados y señalizados para los senderistas, es una de las opciones para coger fuerzas. Puebla de Lillo cuenta con dos casas del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre: El Torreón y El Valle del Porma, donde hay dos exposiciones permanentes sobre el espacio natural —fauna, flora, geología o etnografía— y en las que se puede conseguir información sobre las rutas señalizadas y los puntos de interés del entorno. Picos de Mampodre, La Cervatina o Entrevados son algunos de los recorridos que pueden realizarse, todos ellos con una dificultad media o baja y que transcurren por caminos veredas y senderos.

Picos de Mampodre es una ruta que parte y acaba en la localidad de Redipollos. Un recorrido de 15,7 kilómetros, con una duración de entre cinco o seis horas, y un desnivel de 600 metros. El trazado de esta ruta remonta el valle de Murias y entre otras singularidades transita por un robledal y deja a la vista un impetuoso torrente.

En el Parque Regional, este municipio ofrece trazados singulares para sentir el contacto con la naturaleza entre hayedos y pinares centenarios, robledales o abedulares

En Puebla de Lillo, cogiendo la calle de la casa del parque, sale la ruta de La Cervatina. También una propuesta circular de 13,1 kilómetros de distancia con un tiempo medio de ejecución de 5,30 horas. El recorrido ascendente al principio lleva a un hayedo centenario en el que se aconseja al senderista caminar en silencio para evitar molestar a los animales salvajes y que tras descubrir arroyos y concluir el descenso lleva a la ermita de Pegarúas, donde siguiendo un camino a la sombra de las montañas y casi paralelo a la carretera se retorna al pueblo.

Entrevados-Valle de Pinzón es otra de las rutas que ofrece este singular municipio montañés. Nace y termina en Cofiñal y pasa también por la localidad de Isoba. Es un recorrido que tras épocas de lluvia cuenta con varias zonas del trazado embarradas, por lo que es recomendable, más aún si cabe, llevar calzado adecuado.

Se trata de un recorrido de 14,5 kilómetros, con un desnivel de 350 metros, en el que se suele emplear un tiempo medio de cinco horas. También cruza por un hayedo que en esta ocasión lleva hasta la hoz de Entrevados y al lago de Isoba. El río que le da nombre va salpicando el recorrido con vistosas cascadas.

Para todas las rutas, además de llevar la ropa adecuada, se recomienda también ir provistos de alimentos, ya que aunque son de dificultad media o baja requiere más de cinco horas llevarlas a cabo. Tras los recorridos, también merece la pena disfrutar de los pueblos que componen el municipio. Llenos de casas blasonadas cubiertas de piedra que han sabido mantener el estilo propio de la zona.

En todos ellos hay multitud de servicios para los senderistas, desde restaurantes y hoteles, para alargar la estancia en estos pueblos integrados en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre. Más allá del invierno, con la estación de esquí de San Isidro, Puebla de Lillo se convierte en primavera en lugar espectacular donde las flores amarillas de los lirios, salpican los parajes mágicos por los que es preciso perderse para conocer la naturaleza en primera persona a la sombre de los majestuosos picos.

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