Diario de León

Sendero de antaño

Viaje a la lechería de Sosas

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León

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Una visita a Sosas de Laciana no deja indiferente a casi nadie. No sólo por su imponente entorno natural, sino también por sus rincones llenos de encanto que rezuman historia y tradición por los cuatro costados.

Sosas es mágica y lleva a sus espaldas una mochila imaginaria en la que guarda muchas historias dignas de ser contadas y escuchadas. Por eso resulta una buena opción para viajeros intrépidos y deseosos de conocer esos rincones especiales que atesora la provincia leonesa.

Es esta localidad, perteneciente al municipio de Villablino, un remanso de paz y un espacio donde el verde es el color predominante. Aquí hay varias opciones para los amantes de los entornos naturales. La tradición es un emblema en este pueblo en el que la ganadería sigue siendo el principal medio de vida y en el que no se han perdido costumbres como las hacenderas, esos trabajos en los que los vecinos se ponen manos a la obra para sacar adelante algo para el bien común sin remuneración económica a cambio. Sigue habiendo concejos en los que las decisiones las toma el pueblo. También existe la becera, firmada en el año 1754 y que es el reparto vecinal de aguas. Y, cómo no, los chozos de la trashumancia siguen en pie. Las tumbas antropoformas, asentamientos cristianos del siglo VIII, son otra buena muestra de que la historia perdida en Sosas de Laciana.

Pero, además, Sosas alberga un tesoro histórico que narra cómo vivían antiguamente sus vecinos. Es su lechería, La Popular, una construcción pequeña pero llena de encanto que ha conseguido volver a la vida gracias al empeño de los vecinos del pueblo, que se pusieron manos a la obra formando una hacendera que consiguió restaurar la única lechería hidráulica del país que fue el origen de Mantequerías Leonesas, convertida ahora en un curioso museo.

Aquí hacían mantequilla con la fuerza del agua a través de una maquinaria que daba vida a la leche y que todavía ahora puede observarse de cerca, muchos años después de su época de esplendor, pues La Popular estuvo viva desde 1917 hasta 1957, un periodo en el que los vecinos llevaban la leche para venderla hecha mantequilla en Madrid, en la tienda que Mantequerías Leonesas tenía entonces en el número 21 de la calle Alcalá, previo paso por Villager. Nada menos. De ahí, que la lechería sea uno de los pilares turísticos de Sosas de Laciana y una buena forma de conocer este rincón con mucho que mostrar y que ha conseguido dejar esta buena muestra de la forma de vida de sus antepasados.

De hecho, la Lechería está considerada ya como uno de los ocho tesoros ocultos de la provincia. Por algo será.

«Su encanto reside en experimentar cómo detrás de una puerta de madera nos trasladamos cien años atrás en el tiempo, para rememorar oficios y tiempos olvidados», explica Angélica Fernández, la encargada de las visitas en La Popular. Conoce a la perfección el proceso y transmite su pasión a los visitantes con maestría, con el fin de que conozcan y sientan la esencia del lugar.

CATORCE PARADAS

Cuenta La Popular con una ruta, la de la lechería, que comienza en Sosas del medio, delante de la actual escuela, y termina en la lechería. Entre medias, el recorrido está salpicado por varias paradas para conocer los detalles de una casa tsacianiega, la típica de la zona, la fuente La Pantietsa, la capilla y la fuente de San Juan, el mirador La Curuela o la iglesia de San Andrés, además de algunas otras construcciones típicas de la zona como los hórreos.

En total, catorce paradas que darán al visitante una buena oportunidad de conocer esta parte de Sosas como se merece. El camino, de 6,2 kilómetros, tiene una duración aproximada de dos horas y escasa dificultad, con lo que está pensado para personas de todas las edades y es ideal para realizarlo en familia. Para amenizar el trayecto, durante los meses de junio, julio y agosto se ofrece al visitante un cuidado picnic, mientras que el resto del año se hacen degustaciones de recha —en la imagen sobre estas líneas—en la propia lechería.

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