Diario de León
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León

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Hay un lugar mágico en el que la montaña gestó tesoros naturales y leyendas milenarias, es el reino del Reino, el espacio que acogió el embrión de una nación formada por valientes que se atrincheraron en los castros levantados por las tribus cántabras y astures para iniciar la gesta que culminó cinco siglos después. El vientre de sus gigantes ha sido horadado por ríos que abrieron gargantas colosales y cincelaron palacios de agua y piedra en su interior. Es la tierra de los Hombres Buenos, el lugar en el que comenzó una manera de entender el poder en el que nadie era más que nadie, en el que el primero se sometía al fuero como el último. Son los Argüellos, el germen del Reino que alumbró la gran epopeya de España. Los vestigios de aquellos primeros luchadores aún pueden verse en los castros de Cármenes, Genicera y Orzonaga, y lasa torres que levantaron para volverse inexpugnables se intuyen en Canseco, Redilluera, Lugueros y Genicera, en Gordón, en Cervera, Aviados y Montuerto. Esta tierra, fraguada a lomos de la épica, esconde en cada rincón una leyenda, una hermandad mitológica que da testimonio de la riqueza cultural que sus habitantes fueron estampando en la piedra y en el murmullo del agua.

Mucho antes de que el imperio pusiera sus coordenadas en los mapas, ya había leyendas que mostraban la idiosincrasia de un pueblo en el que la naturaleza dominaba la vida de los hombres. Como el Bodón, ,legendario dominante, un dios al que las tribus celtas del norte adoraban por su ímpetu guerrero. . La cumbre del Bodón sigue ejerciendo su estela protectora sobre el valle de Lugueros y su imponente presencia corona el cielo desde Valdelugueros hasta Llamazares o Redilluera.

La obra de Isaac González Leyendas, creencias y predicciones en Los Arguellos publicada por Edilesa reúne los misterios sobre los que se fue asentando el pueblo montañero, las tribus capaces de tocar el cielo desde la sima más profunda de la tierra.

Son 198 leyendas que abarcan desde las riberas del río Luna hasta las del Esla que son fruto de una minuciosa investigación de campo durante 30 años de trabajo.

La Pastorina el Monte, el duende de Villaverde, la lobada, el tesoro de los moros, o los gochos ‘Camaleón’ son algunos de los cuentos que el trabajo antropológico de Isaac González logró rescatar durante los filandones de las noches de nieve. Uno de los más evocadores detalla la creación del lago de Isoba a manos de un peregrino golpeado por la tempestad al que nadie, salvo una ‘barragana’ quiso dar cobijo. Pocos sabrán de la conexión de estos valles con los dioses nórdicos, cuyo ejemplo más emblemático es Peñalaza que según el autor proviene de la voz ‘azas’, los 38 dioses cuya misión era proteger a Odín. Pocos se imaginarán que el Torío es en realidad la trasposición hídrica de Thor, el hijo de Odín y la diosa frigia, y que los mismos hazas de los que antes hablábamos fueron escuadrones de caballería de élite para el combate durante la época medieval: «De todo eran capaces estos audaces guerreros cuyo culto estaba relacionado con los druidas, la agricultura, el dios Pan, semidiós de los pastores y rebaño en la mitología griega», explica el autor.

 

RUTAS POR DESCUBRIR

Decenas de rutas cosen este reino montañoso para el que quiera aventurarse a encontrarse con alguno de los seres de leyenda que lo habitan. Reserva de la biosfera, los Argüellos poco tienen que envidiar la espectacularidad natural de escenarios más transitados gracias al cine. Uno de los más impresionantes es el valle de Faro. Situado en las cabeceras glaciares del Alto Curueño, en la localidad de Redipuertas, es un entorno de alta montaña cantábrico abundante en nieve y agua, lo que ha generado un perfecto valle en V por donde discurren torrentes y numerosas cascadas. Aún no tan conocidas como sus hermanas de Valporquero, las cuevas de Llamazares son una impresionante sucesión de galerías y cavernas que han sido cinceladas por el agua a lo largo de miles de años. Su composición ha desarrollado formaciones coraliformes, auténticas rarezas muy poco habituales en otras cuevas de origen kárstico. A la cueva, situada al norte del pueblo de Llamazares se accede por un bonito sendero, que a lo largo de 1 kilómetro asciende hasta la entrada de la gruta no sin antes regalarnos espectaculares panorámicas del valle que desciende hacia Lugueros y divisando fácilmente el recomendable hayedo que une Llamazares con el vecino pueblo de Redilluera o la silueta que recorta el pico Bodón, atalaya del valle con sus 1.959 metros.

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