Diario de León
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León

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Oye, que llegabas a casa y el único que se alegraba era el perro. Que le daba igual que te hubieras ido de viaje una vida a Sebastopol o un momento a por el pan. Entrabas y, chica, qué alegría. Tú también porque claro, ese silencio como si fuera la tumba de Tutankamon, y eso que él el virus lo tenía dentro esperando al pobre Carter y tú ahora pues lo tienes afuera, y bueno, también te alegraba porque al final, quieras que no, eres persona y eso, y en fin, una muestra de cariño, de que te han echado de menos, pues como que sí. Que a veces ya hasta piensas que si no lo sienten, pues que finjan. Yo es que ya prefiero que sean educados a sinceros.

Bueno, pues que eso, que cuando lo de la Alarma, luego la Alarma ampliada y después el confinamiento pues a cada uno le pilló en un sitio. Porque fue así como de sorpresa aunque todos nos lo esperábamos, fue como que el único que no sabía que iba a decretar el aislamiento social fue el que lo decretó, el presidente, que salió en la tele como un telepredicador y nos lo anunció cuando ya estábamos enterados todos de que nos iban a mandar a casa primero por el Virus y luego por la cosa esta de la economía, que hija, siempre está fatal, está como en la UVI, esperando un respirador que no llega.

Total, que como era finde y lo mismo habías cedido a la tentación y habías invitado a comer al novio de la cría, que es de Erasmus, vamos, de Rotterdam, y que no tiene familia aquí y bueno, vamos, que tú no eres de esas pero que te ablandaste y eso, que te pilló como en un mal momento, de debilidad, que si lo llegas a saber cambias de planes y te vas tú sin tu familia a donde sea, que te diviertes del doble y gastas la mitad, bueno pues total que el chaval se ha tenido que quedar en casa. A lo del confinamiento.

Y entonces es cuando descubres que coño, que el chico te cae bien. Y hasta la niña. Oye bueno, que lo mismo te enteras de que sí, que se echa un pitillín a escondidas por la noche pero mira, que es maja y todo.

Ahora, cuando entras en el salón, que por supuesto han colonizado, te saluda el perro, la niña, el novio de la niña, los amigos que están en las pantallitas, los de las series de Netflix y hasta el vecino de enfrente que como ya no echas las cortinas para que no parezca un zulo pues está como de invitado pero por fuera. Lástima que a mi no me coincida el de la camiseta blanca, que dicen que también está solo en casa y fenomenal. Él.

Se agradece. Lo de que se alegren de verte, también. Y eso que están a lo suyo tanto que hasta han dejado de preguntar ¿cuándo salimos?, que era como cuando ibas de viaje a la playa y antes de llegar a la gasolinera ya te preguntaban, ¿cuándo llegamos?

Luego te pasa pues como con Lucía, la cría de Marta y Yaser, que era muy de ciencias pero lo mismo resulta que ya no. Ahí está, cantando en la distancia con Pablo Milanés pero juntos, los dos, él allá y ella aquí. Cosas increíbles. Como esto que nos pasa con el coronavirus. Hasta mañana. Cuidaos mucho.

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