Diario de León
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León

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La mañana parecía una noche. De vez en cuando pasaba un coche. Rompió la ilógica una mujer mayor con un carro cargado de compra. Madrugó. Como una rara noche iluminada... Pero, ojo, digo una mañana de las de ahora, ahora. Eliminemos el hilo poético. Porque me vino de inmediato a la cabeza, practicado como titanes, esa mañana que se echaba encima al volver tarde a casa. Como aquella canción: La Coruña, qué bonita es, andar de baranda, dormir de pie... Salí del riesgo en verso recordando que la noche leonesa, la española en general, tecnología punta nacional, nos admiran, cena, ambiente, etc, tendrá que reinventarse. Será cosa de años, pero será. Habíamos aparcado tanto el tiempo que como para hablar de años. Si casi tenemos aplazados los cumpleaños. Aunque, si tiene uno a mano, celébrelo como si cumpliera 18, que era esa edad en la que con un poco de suerte, y había permiso, se alargaba la noche hasta la mañana como si en ello te fuera la vida. Puede que ahora, alguno que le anduviera arañando días al calendario para llegar a esos 18, esté pensando si sería posible atrasar el reloj y aparentar 14. Y tú, ¿cuántos años tienes? Bueno, 15. Pero 15 para 14. Que es eso curioso que se dice al revés: 7 para 8... Nunca lo he entendido. Javier Cansado, el humorista, ya contaba hace tiempo que él decía, una vez pasada la década, que tenía cerca de 60. La proximidad es reversible y hay que aprovecharse de ella. Si la edad es relativa o un estado de ánimo, ahora le ha salido el DNI como término desescalante. Solo vi la foto final de la noticia. Sé que es de 14 para abajo y vayamos a ello. Sin detalles. Sigamos en la misma línea: avancemos. Hemos aprendido. Como también hemos aprendido, junto a encajar centenares de golpes al día de gente que se nos muere en España, o nombres que nos encogen el corazón como el del leonés José María Calleja, que todos los pasos que damos están sujetos a modificaciones, como la letra pequeña de un contrato. Vivimos como protagonistas la noticia más importante que se cuenta. Es más, yo la del lunes esperé a que se confirmara ayer. Y sí, varió. Era cuestión de años. De edades. Como las edades del hombre, pero del niño. Lo perfecto es llevar por fuera los mismos años que por dentro. Y para comprobarlo está el espejo y la cabeza. De lo que no se habla estas semanas es de cómo va el pacto con el espejo, ya que el diablo nos tiene un poco abandonados. Yo me miro al espejo demasiado tarde. Es decir, en un escaparate ya en la calle. Voy a ver. Me miro. O esto se libera un poco o voy hacia un pelo a lo Fernando Simón. ¿Cuántos años tendrá? No pasa nada cómo estemos, porque llevamos muchos días en los que para nosotros salir es asomar la nariz. Y hay días que te pareces al de dentro de unos años, porque una noche mala la tiene cualquiera, y hay otros en que te sientes rejuvenecido. Cada uno alucina lo que puede. Desde mi ventana pienso en esto de la edad y me digo: con lo bien que estábamos en la ventana... Cuál será el síndrome a afrontar cuando esto se desatasque. Ayer comprobé que hay niños que esto de salir a un patio llamado crisis no es precisamente el recreo que más les ‘mole’... Lo harán bien.

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