Diario de León

El BCE abre la puerta a una recesión en 2023 si los precios siguen desbocados como ahora

El plan para controlar la prima de riesgo dejará «manos libres» al BCE para combatir la inflación

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Los tambores de recesión que desde hace semanas retumban en los mercados empiezan a escucharse cada vez con más fuerza. Los inversores llevan semanas alertando de su temor a que este supuesto acabe convirtiéndose en una realidad a la que ni siquiera el Banco Central Europeo (BCE), en pleno proceso de retirada de estímulos, es ajeno. La presidenta del organismo, Christine Lagarde, aseguraba hace solo unos días ante el Parlamento Europeo que ese escenario no es actualmente la referencia con la que trabaja el organismo monetario para desarrollar su estrategia.

Pero su vicepresidente, Luis de Guindos, fue ayer algo más específico al reconocer que aunque el escenario central es de un crecimiento positivo de más del 2% para este año y el próximo, si el entorno empeora, la recesión podría llegar ya en 2023. La inflación, los problemas de suministros de materias primas y el impacto que la subida de precios tenga en la renta de los consumidores son los factores a vigilar. Este escenario adverso que maneja el BCE es desde hace meses el central para gigantes financieros como Morgan Stanley, ante el aumento constante de los precios del petróleo y otras materias primas agrícolas que siguen presionando al alza la inflación.

En un reciente informe, sus analistas ya advertían de que si los precios suben más de lo esperado, la entrada en «franca recesión» será inevitable en la zona euro. Y en el mismo sentido se ha manifestado en su último análisis de mercados los expertos de BlackRock. El gigante de la inversión estadounidense, con una amplia exposición a las empresas del Ibex-35, considera que el BCE se verá incluso obligado a replantear el ritmo de subidas de los tipos de interés al «subestimar con la normalización de su política monetaria el riesgo de que la crisis energética derive en recesión».

Inflación, prioridad absoluta

Todas las alarmas están activadas. Pero, de momento, los bancos centrales del mundo tienen claro que su objetivo prioritario es controlar la inflación. Aunque eso impacte de forma directa en el ritmo de recuperación económica. Guindos explicó ayer que el BCE ya espera que la tasa se mantenga en niveles similares a los actuales (sobre el 8%) en los próximos meses para comenzar a relajarse tras el verano y concluir 2022 en torno al 6%. En este sentido, el economista español confía en que las expectativas de inflación se mantengan relativamente bien ancladas, muy próximas al 2% a medio plazo. Pero también reconoció que existe un segundo elemento que puede poner en riesgo las previsiones: «Si nos encontramos con efectos de segunda ronda, esto llevará a que la inflación sea más extensa y afecte a más componentes del IPC y a que la respuesta de la política monetaria sea diferente», advirtió.

Es decir, si los precios no empiezan a corregirse, tras la subida de tipos de 25 puntos básicos esperada para la reunión de julio, podrían llegar otras de mayor intensidad. La incertidumbre actual, no obstante, le impide ser más explícito. «¿Hasta dónde llegaremos? No lo sé... pero si alguien se lo dice, no le crea», indicó ayer el economista español ante las preguntas sobre dónde estaría el techo de los tipos de interés.

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