Diario de León

Lagarde mantiene los tipos de interés para frenar una recaída

El BCE «reconfirma» su política expansiva y confía en contener el efecto de la tercer ola covid

Christine Lagarde ayer, en la sede del BCE en Frankfurt. NIELS THIES

Christine Lagarde ayer, en la sede del BCE en Frankfurt. NIELS THIES

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El Banco Central Europeo (BCE) pulsa el botón de ‘standby’. La institución monetaria mantiene sin cambios los estímulos que lanzó en diciembre del año pasado, anunciados en su última reunión de 2020. Porque en apenas unas semanas aún no ha transcurrido el tiempo suficiente para medir su verdadero impacto. Y porque el organismo considera que aquel gran impulso podría ser suficiente para que la zona euro mantenga hoy el rumbo y pueda sortear los efectos de la enésima ola pandémica.

Así que, sin sorpresas, el BCE «reconfirma» la orientación «muy acomodaticia» de su política monetaria para la zona euro. O, lo que es lo mismo, ni nuevas bajadas de tipos de interés ni incrementos extra en la compra de activos. El programa de emergencia pasó hace un mes de 1,3 a 1,8 billones de euros, con extensión ampliada hasta marzo de 2022. Todo sigue igual.

Pero ‘nothing is off the table’, repitió hasta la saciedad ayer una Christine Lagarde, presidenta del BCE, anclada en la máxima cautela. A falta de anuncios con empaque, su cometido era aportar un análisis actualizado de la situación. Y sin bola de cristal, pues eso, que «nada está fuera de la mesa», nada es descartable.

Porque la nueva expansión de contagios por todo el continente, el todavía mínimo impacto de la vacunación que se desarrolla muy poco a poco en cada país, la incertidumbre sobre las nuevas variantes del patógeno (británica fundamentalmente, pero también sudafricana, brasileña), la vuelta de tuerca a los confinamientos.

Todo ello son «graves riesgos» (primero para la salud, pero también económicos) que van a afectar al crecimiento en este primer trimestre del año. Así que la institución se mantendrá alerta y dispuesta para «ajustar todos nuestros instrumentos, como sea apropiado». Si hay que ir más allá, se irá. Si no es necesario, mejor. «Flexibilidad». Esa es, remarcó la francesa, la palabra clave.

«El renovado aumento en los contagios de coronavirus y el endurecimiento y prolongación de las medidas de confinamiento en muchos países de la eurozona están perturbando la actividad económica», evidenciaba la presidenta del BCE en una exposición que inició con sus condolencias a quienes han sufrido o están sufriendo los efectos del patógeno letal. Lo hacía en una comparecencia telemática ante la prensa tras la primera reunión del año del Consejo de Gobierno del BCE. En su diagnóstico, variables ya conocidas: golpe «desigual», la industria mantiene más o menos el tipo (aunque las inversiones siguen contenidas) mientras el sector de los servicios sufre para continuar en pie (turismo, hostelería, restauración.). Además, «los consumidores siguen cautelosos».

Riesgos menos pronunciados

«Los riesgos generales que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona euro siguen inclinados a la baja, pero son menos pronunciados». Persiste, en suma, la inquietud. Pero parece que parte de ella ya se había descontado en las últimas previsiones. Así que no hay cambios en la proyección macro: se sigue confiando en un 3,9% de rebote.

A favor de esa idea, luces que no existían a principios de diciembre. Se está en fase de vacunación (aunque la inmunidad general tardará en llegar), existe un acuerdo que deja encarrilada la relación de la Unión Europea con Reino Unido. Desde ayer mismo, también hay un nuevo inquilino en la Casa Blanca (base para la estabilidad política en Estados Unidos con un Joe Biden de talante conciliador y perfil más multilateralista). Y el fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros estaría en proceso de activación tras superar la amenaza de bloqueo de Hungría y Polonia.

Aunque sobre esto último, el conocido como ‘Next Generation UE’, hubo un nuevo toque de atención de Christine Lagarde. Llamada a «acelerar el proceso de ratificación, a ultimar los planes nacionales y a desplegar los fondos necesarios para el gasto público productivo, acompañados de políticas estructurales que mejoren la productividad». La idea de base sigue siendo la misma. El Banco Central Europeo no puede solo con esto.

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