Diario de León

Las tarjetas de crédito marcan un récord con 48 millones de unidades

Este medio de pago repuntó un 8,7% en 2016, lo que supone 3,3 veces más que las de débito.

A cada español se le podría asignar al menos una tarjeta de crédito. FERNANDO OTERO PERANDONES

A cada español se le podría asignar al menos una tarjeta de crédito. FERNANDO OTERO PERANDONES

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JOsé M. Camarero | Madrid

Nunca antes se había generado un volumen de tarjetas de crédito, aquellas que ofrecen la posibilidad del pago aplazado, tan elevado como las que ya tienen los ciudadanos en sus bolsillos para realizar compras. El número de esta clase de ‘plásticos’ en vigor alcanzó los 48,75 millones a finales del año pasado, lo que supone que a cada español se le podría asignar al menos una de ellas. Por primera vez en la historia rompen el techo de la población del país -hay 9,32 millones más que habitantes mayores de 15 años-, según los últimos datos recogidos por el Banco de España.

En ese periodo se activaron casi cuatro millones de tarjetas nuevas, lo que supuso un crecimiento del 8,7% con respecto a las contabilizadas en 2015. De este modo el conjunto de medios de pago en funcionamiento supera con creces el anterior máximo, situado en los 45 millones.

Otros tiempos

Pero eran otros tiempos, en 2008, cuando el país venía de una tasa de crecimiento que parecía imparable y la fiebre del consumo impulsaba aún la pujante la economía española, al tiempo que la crisis que se iba larvando se veía oficialmente solo como un pequeño resfriado.

Aun salvando las distancias con el contexto de hace nueve años, los ciudadanos vuelven a tirar de tarjeta para hacer sus compras —la demanda interna, en conjunto, aporta 2,8 puntos al PIB— y, sobre todo, lo hacen a plazo financiado. Porque durante 2016 el parque de ‘plásticos’ a débito —aquellos con los que se retira el dinero de la cuenta en el momento de la compra— también aumentó, aunque lo hizo a un ritmo mucho menor; en concreto, crecieron un 2,6% hasta situarse en los 25,7 millones de unidades.

Dicho declive se ha hecho patente a lo largo de la crisis económica, aunque su caída ya venía siendo pronunciada desde el año 2000 cuando comenzaron a retroceder frente al auge del crédito. Entre 2008 y 2016, las tarjetas a débito recortaron su presencia en casi un 20%. Y si se compara la situación actual con respecto a la que vivían en 2003 —el ejercicio en el que consiguieron registrar su máximo histórico—, el retroceso ha sido superior al 22%.

Entre ambos productos —crédito y débito—, el conjunto de tarjetas activas se encuentra en los 74,5 millones, un 6,5% más que en 2015, según las cifras del supervisor bancario. Es decir, hay 1,89 tarjetas —de cualquier tipología— por cada habitante mayor de 15 años y, teniendo en cuenta que no todos disponen de una, la media en los usuarios reales del sistema supera las dos unidades.

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