Diario de León

La volatilidad de precios energéticos agranda la brecha de la inflación entre los europeos

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La situación ha cambiado por completo. Hasta el verano la inflación en España era una de las más altas de Europa, con una tendencia ascendente que comenzó con el estallido de la guerra y tocó su techo en julio al marcar una tasa del 10,8%. A partir de ese momento, los precios comenzaron a experimentar una subida más moderada respecto a los registros de hace un año y la tasa de octubre fue del 7,3%.

Nada que ver con lo que ha ocurrido en los países del entorno. La inflación media de la eurozona comenzó el año en el 5,1%, un punto por debajo de la española, pero ha ido experimentando un alza progresiva mes a mes hasta que en octubre tocó su máximo histórico en el 10,7%. Países como Países Bajos (16,8%), Bélgica (13,1%) e Italia (12,8%) se sitúan a la cabeza con tasas que duplican a la española. ¿Por qué han evolucionado de forma tan diferente ambas regiones? Pedro Aznar, profesor del departamento de Economía de Esade, explica que la razón fundamental que está detrás es la falta de un mercado único europeo para la energía: cada país tiene su mercado y ha implementado medidas de política económica distintas para aliviar los precios, unos a través de ayudas directas, otros con bajadas de impuestos. «Unas medidas que en cada caso han tenido un éxito muy diferente», destaca Aznar, que como ejemplo pone el precio mayorista de la energía de septiembre, que en Italia fue un 185% más caro que en Suecia, lo que convierte a la energía en el elemento fundamental que marca la inflación de cada país.

¿España ha tocado techo? Los expertos coinciden en señalar que sí, que los precios llegaron a su máximo nivel en verano y ahora se comenzarán a moderar aunque mantendrán tasas altas durante lo que queda de año y aún durante la primera mitad de 2023.

Es más, la Autoridad Fiscal ya ha advertido que si no se prolongan las medidas del plan anticrisis como respuesta a la guerra, tales como la subvención a los carburantes, bajada del IVA de la luz o gratuidad de los Cercanías para viajeros recurrentes, la tasa de inflación del año que viene podría seguir disparada en el 5% o 5,5% al cierre del ejercicio.

Sin embargo, el profesor de Economía y Empresa de la Universidad Europea, Daniel Arnaiz Boluda, asegura que sin estas medidas la inflación se moderaría por sí sola ya que la demanda de los productos ahora subvencionados disminuirá, lo que eliminará la presión y reducirá los precios.

En su opinión, «estas ayudas están suponiendo ‘de facto’ un incremento de los precios para el consumidor final». Critica además que al Gobierno «le interesa mantener este tipo de ayudas que incrementan los precios» porque gracias a ello «recauda más mediante una subida de impuestos indirecta», lo que compensa «con creces» el gasto público destinado a sufragar dichas medidas.

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