Salario mínimo

Vuelven los enemigos de una subida discreta del salario mínimo a insistir en sus parciales argumentos para acreditar las supuestas consecuencias negativas de la medida. Es cierto que la subida del SMI perjudica a los parados con menos preparación (puestos a pagar más, el empleador exige más formación), pero eso se remedia mediante políticas formativas activas. Por lo demás, el consenso económico abona cada vez más la tesis de que la subida del SMI impulsa la economía. La literatura económica ya ha comprobado que la mejora de la posición social de las capas más bajas de la población trabajadora incrementa la productividad, tanto a nivel micro como a nivel macroeconómico: aunque pueda resultar contraintuitivo, las subidas del SMI, siempre que sean razonables, contribuyen a elevar la productividad. Por lo demás, la subida del SMI acelera la reconversión de empresas inviables. El asunto es complejo, y además no se puede olvidar la cuestión de fondo: es inhumano que se mantenga la pobreza laboral: el hecho de que sigan bajo el umbral de la pobreza algunos de quienes ya tienen un misérrimo puesto de trabajo.