Sólo por la inercia

Un comité científico de la UE decidió hace algunos años no poner fin al cambio de hora que tiene lugar en otoño y en primavera porque no hay argumentos técnicos contrastables que justifiquen que tal operación contribuye significativamente a una mejor asignación de los recursos, la energía en este caso. La decisión de dicho comité es la evidencia del burocratismo que impera en las administraciones y, por supuesto, en Bruselas: se mantiene una mala práctica, perfectamente inútil, porque no se ha logrado demostrar su carácter dañino. Sin ver que lo importante sería acreditar su validez. Es obvio que lo que se ahorre en iluminación por la mañana se consumirá por la tarde, y viceversa. Nadie ha presentado un informe convincente que permita la menor apoyatura a este festival bianual que nos irrita a todos y que causa secuelas psicológicas durante algunos días. La UE mantiene este hábito sencillamente por molestar al personal, para recordar a todos su poder omnímodo, que puede influir incluso sobre el tiempo y el espacio. Las rutinas y las inercias esclavizan al ser humano, y la Comisión Europea no pierde ocasión de recordárnoslo.