Diario de León
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No es por desanimar el viernes, pero esto nuestro se tiene que acabar. Está próximo el final. Todo tiene su fin. Como aquella canción. En este espacio ha habido algo de música para ilustrar el mundanal ruido. Tal vez sucumbamos ante un ataque de melancolía sobrevenida al recordar que estos 15 días hemos salido hasta en el telediario de las 3. Fuimos noticia. A veces hablaban de la Comunidad, y otras, hacían como que hablaban de nosotros pero en realidad era sobre sí mismos. Que es lo que les gusta. Hablaba la prensa nacional de las elecciones en Castilla y León y salían más los Sánchez, Casado, Abascal y así, que nuestros propios candidatos. No les digo ya nada de Ayuso.

Pero fuimos noticia. Lo podremos contar. Tampoco es para tirar cohetes porque si algo nos une a todos en Castilla y León es la austeridad. Tiramos a sosos. Y ahí los políticos dan en el clavo del reflejo de a los que representan. Nueve provincias, que podrían reclamar cada una de ellas su Y como hecho diferencial, pero que coinciden presumiendo de ser así, gente tan seria...

Hasta Putin y Macron después de reunirse para acercar posturas en una mesa de seis metros (yo les hubiera dado dos palas de ping pong), se pegaron un homenaje de los de aquí te espero. Esturión, carne de reno, cigalas, vino... se zamparon para coronar su preocupación por el mundo.

Los gallegos a veces se quejan de que siempre les engatusan con algún encontro ante su rica gastronomía. Y lo ven más como un trampantojo que otra cosa. Igual, ahora, después de dos años sin vernos realmente, son conscientes de que la vida a feira es la vida mejor. Aquí, no. Ni un selectivo tentempié, que al final las restricciones nos han venido de perlas.

De todos modos, lo del domingo solo son unas elecciones. No es el juicio final. Es sólo el principio del resto de nuestras vidas. Los políticos son un poco dados a lo de o yo o el caos. Y eso era la viñeta portada de Ramón en Hermano Lobo de «O nosotros o el caos. Y el coro cantaba: «El caos, el caos...». Y seguía. Hubo un tiempo en el que el humor político era un lujo. Tip y Coll o Chumi Chúmez se dedicaron a ello y sin esconder su ideología hacían sonreír a los del otro lado. Un muro de contención con cemento de inteligencia. Imaginaba Chumi a un poderoso: «Yo se lo debo todo al pueblo». Y le contestaban: «Pues devuélveselo». Aquellos Tip y Coll dejaron pendiente la promesa de que la próxima semana hablarían del Gobierno, pero se pasaban el tiempo haciendo guiños y quiebros para no dejar de hacerlo. Otra historia será descifrar lo que el pueblo castellano y leonés hable este domingo. Aquello de Ramón y el caos terminaba así: «Es igual, el caos también somos nosotros».

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