Diario de León

Arranca la era Rajoy

Se reserva la letra pequeña también en el debate de investidura y posterga todos los detalles de su política económica hasta tener formado Gobierno. Limitará su discurso a esbozar medidas generales contra la crisis.

Mariano Rajoy saluda en Marsella el 8 de diciembre.

Mariano Rajoy saluda en Marsella el 8 de diciembre.

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Paula de Las Heras| madrid
León

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Llegó el momento de mojarse para Mariano Rajoy pero con cuidado. El que va a ser próximo presidente del Gobierno del PP está obligado a exponer mañana en el Congreso, durante la primera sesión del debate de investidura, su programa al frente del Ejecutivo para los próximos cuatro años. Y lo hará, aunque según avisan desde su partido, sin excesivo detalle.

Se inicia así la era de Mariano Rajoy como el sexto presidente del Gobierno de la etapa democrática. Y, como se habitual en él, se mantiene la duda de hasta dónde precisará sus ajustes.

Lo que sí se sabe es que Mariano Rajoy hará un llamamiento a la responsabilidad y al esfuerzo de todos los españoles para afrontar la difícil situación económica que atraviesa el país y ratificará su compromiso de cumplir con los objetivos de déficit.

Hacer «lo que hay que hacer». Ese es el principal mensaje que Rajoy ofrecerá en el Congreso de los Diputados. El futuro presidente del Gobierno trasladará a los ciudadanos la idea de que para salir de la crisis hay que afrontar determinados ajustes, aunque algunos de ellos impliquen tomar «medidas no gratas». Y poco más.

Rajoy ha demostrado ser inmune a las presiones externas. Nada varía su calendario. ¿La letra pequeña? Cuando ya esté en Moncloa. El discurso del dirigente popular tendrá, en todo caso, un objetivo claro. Con una mayoría abrumadora en la cámara baja y la certeza de que el martes ganará la votación para tomar el relevo a José Luis Rodríguez Zapatero, sus palabras irán dirigidas en buena medida a generar confianza en el exterior y, sobre todo, en los mercados de deuda.

Bajo ese prisma habrá que analizar, por ejemplo, la estructura de su Ejecutivo, es decir, el número de ministerios y su organización interna, porque de los destinados a ocuparlos no se sabrá nada, de nuevo, hasta que Rajoy haya jurado el cargo ante el rey, el miércoles.

De lo que nadie duda es de que habrá recortes. Si algo ha prometido hasta la saciedad el presidente del PP es que cumplirá con el objetivo del déficit que en el 2012 ha de quedar en el 4,4%. Pero lo que aún guarda Rajoy, y no parece tener intención de desvelar hoy, es dónde y con qué intensidad meterá la tijera. Todo depende, dicen en su equipo, de cuál sea el punto de partida (si se acaba el año en el prometido 6% o, como ya sostienen algunos analistas, por encima del 7%).

A expensas de eso mismo está el PSOE. Alfredo Pérez Rubalcaba sostiene que hará una oposición responsable. Muchos socialistas entienden que el PP está en condiciones de acometer, sin excesivo desgaste, las políticas que a ellos les costarían (y de hecho, les han costado) el Gobierno.

Rajoy ha llegado al poder ya en un contexto de crisis profunda y la sociedad española ha interiorizado, admiten muchos dirigentes del partido, que costará remontarla. Rubalcaba lleva años, además, recriminando al PP que no arrimara el hombro en tiempos duros y que se dedicara a poner palos en las ruedas de la recuperación. Y ese discurso le obliga a adoptar ahora una actitud constructiva. Pero, desde el PSOE, insisten en que tampoco se dará un cheque en blanco. Hay líneas rojas en la educación y la sanidad y también en los organismos oficiales que sirven como instrumento democrático de control a la acción gubernamental.

Codazos en la izquierda. La encrucijada en la que se encuentran los socialistas —con una dirección provisional hasta el congreso del próximo febrero— es complicada. Como partido reciente de Gobierno tiene unas limitaciones y como aspirante a conservar y reforzar su posición hegemónica entre las formaciones progresistas de la cámara, otras. Porque corre el riesgo de recibir codazos de quienes, como Izquierda Unida, ERC o BNG (a los que antaño fue capaz de arañar votos) están dispuestos a poner en marcha una oposición mucho más agresiva.

El líder de IU, Cayo Lara, ya anunciado su propósito de plantar batalla férrea contra nuevos ajustes y luchar por una reforma fiscal que haga socialmente más justa la respuesta a la crisis. Es más, tiene intención de erigirse en la voz de «la calle», lo que a efectos prácticos puede traducirse como la voz del 15-M, en el Congreso. Pese a todo, promete una actitud «firme pero constructiva».

Tras el discurso de Rajoy —que estará arropado por la mayoría de los barones autonómicos— por la mañana, están previstas las intervenciones de Rubalcaba (a primera hora de la tarde) de Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz de CiU; de Lara, que compartirá tiempo con Joan Coscubiela y Chesús Yuste (de ICV y CHA) y de la líder de UPyD, Rosa Díez, que también tendrá que dejar unos minutos para quien le facilitó tener grupo propio, Enrique Álvarez Sostres, Foro Asturias, el partido de Álvarez Cascos. Para el martes quedan PNV, el Grupo Mixto y el PP.

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