Diario de León

Artur Mas se empecina en su consulta soberanista y buscar a ERC como socio

El líder de CiU no descarta acudir al PSC si los republicanos no aceptan los recortes.

Artur Mas y Duran i Lleida, ayer, en la rueda de prensa tras la reunión del partido.

Artur Mas y Duran i Lleida, ayer, en la rueda de prensa tras la reunión del partido.

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cristian reino | barcelona
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No puede gobernar en solitario y, pese al batacazo electoral, no se resigna a dejar de celebrar en esta misma legislatura la consulta soberanista por la que decidió adelantar las elecciones cuando apenas llevaba dos años de gobierno. Esas son las dos cosas que, a día de hoy, tiene claras Artur Mas. Ahora, tiene que salir del atolladero en el que se ha metido para encontrar socios que le garanticen la gobernabilidad y, de entrada, descarta cualquier tipo de acuerdo con el Partido Popular.

Su opción más viable es pactar con ERC, que podría gobernar en coalición o como un socio estable externo. «Siempre se prioriza a la segunda fuerza, pero esto no excluye hablar de otras», advirtió el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, en la rueda de prensa que él y Mas protagonizaron, mano a mano, tras el primer Comité Ejecutivo de la federación tras los comicios.

El PSC, pues, está también en el punto de mira. Pero lo cierto es que, se incline hacia donde se incline, Mas no lo tendrá fácil.

La formación republicana, que fue una de las triunfadoras de los comicios con el doble de diputados que en la legislatura pasada, ya hizo saber a Mas en la misma noche electoral que su apoyo está supeditado a una definición clara de la agenda nacional y a la rectificación de la política económica. Casi nada. El PSC, por su parte, tampoco tiene mucho margen: se opone a la deriva independentista de CiU y ha hecho de los recortes uno de los ejes de su campaña pero, en todo caso, su primer secretario, Pere Navarro, avanzó que escuchará lo que CiU tenga que decir antes de decidir el voto en la investidura.

Prioridades

La disyuntivapara CiU está en qué priorizar. Los republicanos pueden arrastrarle a la radicalidad de la que siempre ha huido. Mas se encuentra ahora sin crédito político para liderar el proceso hacia esa Cataluña con «insturmentos de Estado propio» por la que, de forma tan ambigua, apostaba. Adelantó las elecciones convencido de poder obtener una mayoría absoluta que le armara de fuerza y no lo logró. Ahora el peso de los independentistas en la nueva cámara, si se incluye a ICV (lo que sería dudoso), es de solo un diputado más que en la anterior, 87 frente a 86. Pero la más independentista de todas las fuerzas, Esquerra, se ha convertido en la segunda fuerza parlamentaria y ha doblado su número de diputados. Cuestiones identitarias al margen, ERC exige a CiU que rompa sus acuerdos de Gobierno con el PP en la Diputación de Barcelona y en los 40 municipios catalanes donde gobiernan juntos. Y, en materia económica, reclama la retirada del euro por receta, la recuperación del impuesto de sucesiones, que baje el IRPF y no aplicar nuevos recortes.

Las condiciones son muy duras para una CiU que ha sudado la gota gorda durante los dos años de la legislatura en un intento de cuadrar las cuentas de la administración.

El Ministerio de Hacienda ya ha confirmado que habrá una segunda línea de financiación para el 2013 y la Generalitat, con toda probabilidad, tendrá que volver a acudir al rescate. Las penurias financieras limitan el margen de negociación con el Gobierno central, que volverá a ser muy exigente en el cumplimiento del déficit.

Se habla de un nuevo tijeretazo de 3.000 millones, 1.600 de ellos en sanidad. Es algo con lo que ERC no puede transigir, pero que CiU cree ineludible. «La realidad es la que es, muy dura, y las limitaciones presupuestarias no son por capricho», alego Mas. Oriol Pujol apretó a los republicanos y les recordó que el derecho a decidir estará «en el congelador durante mucho tiempo» si Cataluña es ingobernable.

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