Diario de León

El asesinato de Samuel y las etiquetas

La brutalidad de la muerte del joven, pateado con ensañamiento durante 150 metros en una paliza grupal en la que intervinieron menores y chicas, abre un debate social sobre la homofobia y los crímenes de odio

Un joven sostiene una pancarta en una manifestación. CABALAR

Un joven sostiene una pancarta en una manifestación. CABALAR

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Sólo hay un hecho objetivo. Samuel Luiz, un auxiliar de enfermería homosexual de 24 años, perdió la vida en la madrugada del sábado 3 de julio a manos de una manada de jóvenes que le propinaron una brutal paliza en mitad de la avenida de Buenos Aires de La Coruña, una de las zonas con más locales de ocio nocturno, donde se encontraba junto a una amiga realizando una videoconferencia después de una noche festiva. La policía ha detenido a cinco jóvenes y una chica de entre 17 y 25 años como los posibles criminales y el juez ha ordenado encerrar a los cinco varones al apreciar indicios para investigarlos por los cargos alternativos, según concluya la investigación, de homicidio o asesinato.

Numerosas organizaciones LGTBI, representantes de partidos políticos, las propias ministras de Igualdad y Derechos Sociales, Irene Montero y Ione Belarra, la gran mayoría de la opinión pública, y la propia amiga que le acompañaba en el momento de la agresión —quien aseguró que el principal acusado le gritó antes de golpearlo «o dejas de grabar o te mato, maricón»— no tienen dudas de que se trató de un crimen homófobo. La policía, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el propio instructor no cierran hipótesis alguna, pero, por ahora, dicen no haber hallado aún indicios de violencia homófoba en el linchamiento.

De hecho, en sus diligencias no aparece como posible móvil el agravante de odio. Hasta que dentro de meses o años llegue la verdad definitiva, la verdad judicial que dicte el jurado tras la vista, la polémica seguirá abierta.

Ignacio Blanco, catedrático de Periodismo en la Universidad CEU San Pablo, está convencido de estar ante un crimen homófobo, pero, con independencia de ello, comenta que el alto grado de convencimiento sobre un hecho sin confirmación oficial entre la población se explica por la teoría del encuadre o de los marcos.

Los periodistas, aclara, cuentan un hecho de la realidad estableciendo un punto de vista, enmarcándolo en un contexto de determinada manera, que es el que establecerá el referente informativo. Ya después, toda continuación o nuevos capítulos sobre lo ocurrido quedan supeditados a ese encuadre, que no cambiará salvo un giro drástico de los hechos.

Así, el asesinato de un homosexual al que sus agresores llaman «maricón» en el día de la marcha del Orgullo, en un contexto de creciente homofobia en España y la UE, quedó encuadrado desde un principio como crimen homófobo. Después, el encuadre será confirmado por la verdad judicial o, como en el caso Juana Rivas, añade, cederá al fijar juez y fiscal que no fue la huida de una víctima de género, como se creía, sino un secuestro.

José Ramón Ubieto, profesor de Estudios de Psicología y Educación en la Universitat Oberta de Cataluña, indica que la hipótesis del crimen de odio ha calado porque hay condiciones para ello, pero también porque ve indicios de que fuese lo ocurrido, «aunque no sean concluyentes».

Entre las condiciones que han soplado a favor, señala la alta sensibilidad social existente ante un tipo de delitos que van en aumento y que están sometidos a una fuerte «polarización política», y el hecho de que la sociedad empieza a estar cansada de usar eufemismos para describir determinada violencia. «Lo mismo que no existen los crímenes pasionales, que ya todos tenemos claro que son agresiones machistas, si te matan por maricón la mayoría ve homofobia», defendió.

Pero el elemento que más le convence de estar ante un asesinato de odio, y que justifica que lo crea la mayoría, es lo que los psicólogos que han estudiado la violencia denominan «odio sólido». Cree que no hay otra forma de explicar semejante brutalidad y «ensañamiento sostenido», con tres ataques sucesivos a lo largo de cientos de metros y varios minutos.

Este ensañamiento, concluye, sólo lo explica el odio al diferente: la xenofobia o la homofobia.

Eduardo Ruiz de Erenchun, profesor asociado de Derecho Penal de la Universidad de Navarra, cree que es «absolutamente prematuro» hablar de crimen homófobo y, además, ve pocas posibilidades de que un tribunal aprecie en este caso la agravante de odio del artículo 22.4 del Código Penal. «Me parece difícil que por la expresión ‘maricón’ —que ve un elemento «circunstancial»— vaya a apreciar agravante de homofobia». El letrado aclara que para se dé esta agravante el odio al diferente debe ser el móvil, «el motivo que impulse la agresión». Piensa que la visión de homofobia se ha convertido en «un lugar común» por la gran influencia de los medios y las redes en la configuración de la opinión publica.

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