Diario de León

La audiencia del Papa a Yolanda Díaz en el Vaticano revalorizará su liderazgo

El encuentro supondrá un refuerzo a su proyecto de «frente amplio» transversal para las próximas elecciones

La presidenta de la CAM, Isabel D. Ayuso. COMUNIDAD DE MADRID

La presidenta de la CAM, Isabel D. Ayuso. COMUNIDAD DE MADRID

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Yolanda Díaz entrará este sábado a las 11 de la mañana en la Biblioteca del Palacio Apostólico para ser recibida en audiencia por el papa Francisco. El encuentro fue confirmado ayer por fuentes vaticanas y de la Vicepresidencia Segunda. Y más allá de la agenda laboral y humanitaria que abordarán, el encuentro será un espaldarazo a sus aspiraciones políticas, aunque desde su entorno circunscriben la reunión al ámbito institucional.

No es común que el Papa se reúna con líderes políticos al margen de los jefes de Estado y de Gobierno. Pedro Sánchez y su esposa fueron recibidos en octubre de 2020 por el jefe de la Iglesia Católica, pero la que fuera su vicepresidenta primera, Carmen Calvo, se tuvo que conformar con el secretario de Estado, Pietro Parolin. Tampoco Pablo Iglesias, cuando era vicepresidente segundo, logró una audiencia a pesar de sus públicas alabanzas al pensamiento del Pontífice en defensa de los derechos humanos. La reunión se producirá a instancias de la vicepresidenta segunda, que «hace unos meses» hizo llegar al Vaticano su solicitud, según explicaron fuentes próximas a Yolanda Díaz. La respuesta afirmativa llegó ayer tras varias gestiones directas e indirectas de la también ministra de Trabajo. Las fuentes consultadas no dieron más detalles de la gestación del encuentro — «nos han pedido discreción»— ni de la agenda del mismo, salvo las generalidades habituales. «El objetivo —apuntaron— es tener un diálogo sobre algunos retos comunes de la humanidad como la crisis sanitaria y social de la covid, la importancia del trabajo decente, abordar la precariedad y desigualdad social, la crisis climática o las amenazas a la democracia y los derechos humanos».

¿Es católica practicante?

La noticia de la audiencia del Papa a Díaz causó sorpresa porque la vicepresidenta, comunista de carné por tradición familiar, según dice, no se conoce que sea católica practicante. Aunque sí ha mostrado en alguna ocasión su empatía por el papa Francisco. «Es un día para reflexionar sobre nuestro pasado compartido y trabajar por reconciliarnos como decía el @Pontifex», escribió el pasado 12 de octubre en su cuenta de Twitter. Se refería a las palabras de Bergoglio sobre la conveniencia de que la Iglesias Católica pidiera «perdón» por sus «pecados» en la colonización de América. El comentario papal cosechó críticas de dirigentes del PP, como la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y de Vox.

Un test para las relaciones

El encuentro del sábado, al que deberá acudir vestida de negro, sin escote y con la cabeza tapada, de acuerdo al rígido protocolo vaticano, supondrá, en todo caso, un espaldarazo a la imagen de la vicepresidenta en un momento decisivo de su carrera. Impulsa un «frente amplio» para competir en las próximas elecciones generales que sobrepase las estructuras de los partidos y defienda un proyecto transversal que supere la dialéctica de izquierda y derecha.

Será, además, buen test para medir el estado de las relaciones entre España y el Vaticano en un momento en el que está pendiente el plácet a la exministra Isabel Celaá para ser embajadora ante la Santa Sede.

El Gobierno sostiene que son buenas y en la Moncloa se mira con buenos ojos la orientación del pontificado. Todo lo contrario se piensa en sectores del episcopado y de la derecha. Sin ir más lejos la secretaria de Comunicación del PP de Madrid, Macarena Puentes, escribió «cumbre comunista» en su cuenta de Twiter para referirse a la audiencia papal. Más irónica fue la reacción en Podemos. «París bien vale una misa», comentó un dirigente morado haciendo suya la frase que se atribuye al primer rey Borbón de Francia. Francisco no ha viajado a España en sus ocho años de pontificado a pesar de que sus antecesores fueron visitantes asiduos. Juan Pablo II estuvo cinco veces y Benedicto XVI, tres.

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